jueves, 2 de junio de 2011

Ojos completamente abiertos

En los años 30 del siglo XX, mientras el mundo estaba sufriendo la madre de todas las crisis, hasta que fue superada por su actual cachorra, existían vehículos automóviles maravillosos.




Los coches son, desde el principio, las gemas de la numismática existencial: Con su cara y su cruz, muestran el jardín tan intrincado en el que nos metieron los señores Cugnot, Watt, y sus discípulos aventajados alemanes. Por lo pronto, un informe de la Agencia Internacional de la Energía advierte del fracaso que ya rozan los esfuerzos de la comunidad internacional para minimizar los efectos perniciosos de tanto motor; pero el niño grande que habita en cada uno de nosotros no está dispuesto a renunciar a sus preciados juguetes, y en los consejos de administración de las empresas de automoción no encuentran la salida.


Seguramente porque los antifaces no les dejan suficiente amplitud de miras.

No hay comentarios: