sábado, 28 de febrero de 2009

Le mot de Cambronne


¡Vale!. Esto es una vil excusa para no colgar, todavía, una nueva entrega de la banda sonora; pero es que, cuando la vida se va enredando, resulta cada vez más difícil revolver en la memoria, atestada de canciones y emociones…
Y también una queja, pues me siento traicionado por Youtube, cuando reviso las entradas anteriores, y compruebo como los links que asocié a mis palabras han desaparecido.
¡Le mot de Cambronne!, o sea mierda. Así no se puede.

domingo, 22 de febrero de 2009

¡Y todo por cuatro euros!


    Cuando oso escribir sobre la banda sonora de mi vida suelo decir que, de pequeño, me separaron violentamente de mi sensibilidad latina; lo que es cierto hasta que, como la idea de que los mercados se autorregulan, deja de serlo. Eso puede ocurrir intermitentemente: asombrado ante unas bulerías, masticando la enjundia de alguna magnífica letra en mi lengua, o escuchando a Albeniz.

    Esta mañana (y aquí está la razón por la que incluyo esta entradilla en la categoría de reseñas) he disfrutado del IV Domingo de cámara, en el Teatro Real de Madrid. Un ciclo de conciertos de cámara, ejecutados por solistas de la Orquesta Sinfónica de Madrid que no tiene desperdicio: las piezas  suelen ser escogidas minuciosamente; alternando épocas, estilos, instrumentos, nacionalidades, temas; generalmente con un sentido programático perfecto…y a unos precios que provocan que las entradas desaparezcan inmediatamente después de ponerse a la venta en la Red.  Por ejemplo, esta mañana estaba destinada a Isaac Albeniz (del que oiremos mucho este 2009), y el programa era muy bueno.  Primero han escogido una pieza póstuma (la tuvo que terminar Granados tras la muerte de Albeniz) llamada Azulejos: la única parte escrita de esta obra que truncó la muerte. Interpretada solo con el piano, y cargada de notas que se deslizan entre la atonalidad y el Jazz, sin perder en ningún momento la más fragante de las armonías.

     A continuación hemos oido un precioso quinteto, para piano y cuerda, de Enrique Granados (quien culminó la obra anterior). Una obra menor, según los expertos, que a mi me ha parecido maestra. Para concluir  la primera parte han llenado el escenario de vientos y címbalos para ofrecernos un arreglo de Schönberg sobre el Preludio a la siesta de un fauno ( Debussy). Parece ser que Schönberg, con sus colegas de la 2ª escuela de Viena, se dedicó a principios de los años 20 a congraciarse con la audiencia, que tanto lo había denostado tras sus aventuras de vanguardia. Se dedicaban a escribir arreglos de obras consagradas por el gran público (en cierta ocasión eacuché, en este mismo ciclo, unos valses populares vieneses reinterpretados por Schönberg, Webern y Berg…estupendos), confiriéndoles un cierto aire de Music-Hall con el que contentaban al público, llamándole de paso (y muy sutilmente) hortera. A mí, que siempre me gustó el francés, me ha parecido una versión espléndida.

    En la 2ª parte hemos oído los Poèmes d’amour de Albeniz, recitados por la actriz Nathalie Poza sobre toda una orquesta en miniatura (armonio incluido). Se trata del caprichoso encargo de un empresario londinense al músico español; unos recitados con música, de aquellos que amenizaban los salones burgueses decimonónicos; pero la maestría de los músicos y el exquisito francés de la Poza nos han hecho disfrutar un rato.

 El próximo mes de Julio volveré a estar, ansioso ante el ordenador, el día que pongan a la venta las nuevas entradas; como si estuviese pujando por un Velázquez en e-Bay y fuesen a adjudicármelo por 4 euros (precio por concierto de estos ciclos).   

miércoles, 18 de febrero de 2009

For what it's worth



Es la primera vez que vinculo el título de una entradilla con otra información, pero es que en Wikipedia han hecho un excelente trabajo con este pedazo de himno, que ocupa un lugar preferente en mi particular Olimpo (allá donde me ensimismo, me enorgullezco y me aparto de la realidad, según la R.A.E). En ella podéis encontrar la historia de esta preciosa canción compuesta por Stephen Still en 1966 (el single se editó en enero de 1967).
Yo voy a limitarme a mostraros dos alhajas de Youtube: en la primera, los Buffalo Springfield, comienzan su greatest hit pero, enseguida, un jovencísimo Neil Young demuestra para lo que vale. La segunda es una versión de Oui3 que consiguió resucitar mi entusiasmo por este temazo a principios de los 90.

lunes, 16 de febrero de 2009

El Mensajero


Año 2097. En el planeta Tierra los seres humanos se siguen matando unos a otros: colectivamente, en las guerras, o de forma particular (venganzas, crímenes pasionales, homicidios involuntarios…). La naturaleza se sigue mostrando tan impasible como siempre a los intereses y deseos del hombre: nos hiela, nos quema, nos arrastra o nos ahoga con la misma indolencia de toda la vida. El Bosón de Higgs se sigue mostrando esquivo, y continuamos sin poder explicar el origen del universo (ni falta que nos hace). Ya no fallecemos de cáncer, VIH o problemas cardiovasculares; cada vez estamos más cerca de hacerlo de puro
hastío.
Todo eso, afortunadamente, nos da igual. Ya no nos produce stress, angustia o incertidumbre porque, por fin, hemos matado al mensajero y, desde hace décadas, no existen medios de comunicación de masas ni publicidad. Hemos encontrado una forma limpia y barata de movernos, de modo que podemos seguir viajando y, cuando nos toca, nos damos de bruces contra un tifón al otro lado del mundo…pero no nos muestran sus estragos mientras cenamos a 14000 Km. de distancia. De vez en cuando, un amigo nos relata el crimen atroz que se produjo hace unos días en la ciudad: nos indignamos o nos hacemos cruces (o gamusinos) sobre la frente… pero ya no nos deja indiferentes a fuerza de sonarnos banal.
Hoy alguien ha programado, en alguna parte, un concierto de cámara para conmemorar el bicentenario de la muerte de Brahms

jueves, 12 de febrero de 2009

Bacon







La muy recomendable retrospectiva de Francis Bacon en el museo del Prado, hasta el 19 de Abril, termina con un audiovisual donde el pintor es entrevistado en un estado de sobriedad, parece ser, infrecuente en él. La interesante conversación con su interlocutor nos muestra a un encantador Bacon, reflexivo y humilde sobre su obra, y yo me preguntaba si sería muy diferente de aquel trasegador de martinis en el Cock madrileño.
Recuerdo aquel glamoroso garito como la trastienda del célebre Chicote, donde bohemios excelsos se mezclaban con pijos irredentos, bajo la supervisión de porteros exigentes pero civilizados. Probablemente haya coincidido alguna noche de los primeros ochenta con el artista, cuando acudía con mi amigo Charria (galerista consorte del intuitivo Manolo Montenegro) a trasegar gin tonics, en nuestro caso. Yo he conocido muchos bebedores compulsivos que, efectivamente, se trasforman bajo los efluvios del alcohol: la sustancia les espolea el ingenio, pero también la agresividad, de modo que les anula cualquier encanto.
Volviendo al pintor, me lo imagino fascinado por tanta boca gritona a su alrededor: confiesa que el interior de la boca humana era una de sus obsesiones, y hubiese querido llegar a pintarla con la misma precisión que Monet utiliza en los paisajes matizados por la luz de la tarde.
Tan recomendables como la propia exposición son los comentarios, colgados en la Web del museo, a cargo de Manuela Mena, su comisaria.

lunes, 9 de febrero de 2009

I´m lovin' it


Acabo de regresar de mi primera visita a la capital de Hungría, desatendiendo este cuaderno durante mas tiempo del debido, y podría ejercitar mis dedos sobre el teclado para rumiar cualquiera de los tópicos que ofrece Budapest; pero me quedo con el fastidio de un mitómano que atraviesa el telón de acero 20 años después de su fundición.
Los ojos se te van a cualquier Trabant que ves aparcado ante un edificio racionalista. Ves Checkpoint Charlies en cualquier obra callejera de las miles que subvenciona la CEE en estos tiempos, y las gorras magiares se te antojan adornadas con estrellas rojas invisibles. Pero, en realidad, lo que te molesta es la cantidad de M (i´m lovin' it) gigantescas que coronan las fachadas Sezession o Bauhaus. Lo mas fácil sería remedar las bromitas de las camisetas-recuerdo rusas, que rezan “The party is over” sobre una hamburguesa king size; sin embargo vayan todos mis respetos sobre la conveniencia de plagar este país de carnívoros con hamburgueserías baratas (especialmente ahora, con la dichosa crisis).
Yo no sé como estarán llevando los húngaros su vuelta al capitalismo (probablemente mejor que los rusos, puesto que ya en el 56 eliminaron a Lenin de su Partenón político), pero espero que, por encima de sus glándulas salivares, hayan apostado por las neuronas, y estén desarrollando algún procedimiento nuevo para reorganizar las relaciones entre el sistema financiero y la producción (¿quizás tirando de archivos?).
Esa es, precisamente, una de las necesidades sobre las que tiene que debatir el mundo de hoy, según Roberto Mangabeira (Ministro brasileño de asuntos estratégicos), cuya entrevista de hoy para El País no tiene desperdicio. A mí me ha reafirmado la impresión de que ahora vamos en serio: o aprovechamos el trauma para hacer los cambios necesarios o nos vamos todos al carajo. ¡I´m lovin' it!

lunes, 2 de febrero de 2009

Jugando


Anoche, mientras oía por enésima vez a la gente de “la profesión” despotricar contra los piratas que los van a dejar en el paro, me acordé de una divertida comedia, que filmó John Landis en 1983: Entre pillos anda el juego
El juego, ahora, es una despiadada partida de póquer entre artistas, investigadores tecnológicos y empresarios; en la que cada participante intenta rentabilizar su jugada con todos los medios a su alcance: dinero, faroles, actitudes cargadas de despechada ironía.
A mi juicio, los artistas llevan póquer (puede que de ases), los empresarios tienen una escalera de color, y los investigadores han conseguido la escalera real. Pero a ninguno le importa, lo mas mínimo, si a todos los demás nos interesa esta obscena timba. Si nos gustan sus remedos de arte, sus inventos, o sus proyectos de lucro. Da la impresión de que, bajo la inocente diversión y la capacidad de servicio al prójimo están, simplemente, la soberbia y la codicia.