lunes, 9 de febrero de 2009

I´m lovin' it


Acabo de regresar de mi primera visita a la capital de Hungría, desatendiendo este cuaderno durante mas tiempo del debido, y podría ejercitar mis dedos sobre el teclado para rumiar cualquiera de los tópicos que ofrece Budapest; pero me quedo con el fastidio de un mitómano que atraviesa el telón de acero 20 años después de su fundición.
Los ojos se te van a cualquier Trabant que ves aparcado ante un edificio racionalista. Ves Checkpoint Charlies en cualquier obra callejera de las miles que subvenciona la CEE en estos tiempos, y las gorras magiares se te antojan adornadas con estrellas rojas invisibles. Pero, en realidad, lo que te molesta es la cantidad de M (i´m lovin' it) gigantescas que coronan las fachadas Sezession o Bauhaus. Lo mas fácil sería remedar las bromitas de las camisetas-recuerdo rusas, que rezan “The party is over” sobre una hamburguesa king size; sin embargo vayan todos mis respetos sobre la conveniencia de plagar este país de carnívoros con hamburgueserías baratas (especialmente ahora, con la dichosa crisis).
Yo no sé como estarán llevando los húngaros su vuelta al capitalismo (probablemente mejor que los rusos, puesto que ya en el 56 eliminaron a Lenin de su Partenón político), pero espero que, por encima de sus glándulas salivares, hayan apostado por las neuronas, y estén desarrollando algún procedimiento nuevo para reorganizar las relaciones entre el sistema financiero y la producción (¿quizás tirando de archivos?).
Esa es, precisamente, una de las necesidades sobre las que tiene que debatir el mundo de hoy, según Roberto Mangabeira (Ministro brasileño de asuntos estratégicos), cuya entrevista de hoy para El País no tiene desperdicio. A mí me ha reafirmado la impresión de que ahora vamos en serio: o aprovechamos el trauma para hacer los cambios necesarios o nos vamos todos al carajo. ¡I´m lovin' it!

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