Anoche, mientras oía por enésima vez a la gente de “la profesión” despotricar contra los piratas que los van a dejar en el paro, me acordé de una divertida comedia, que filmó John Landis en 1983: Entre pillos anda el juego…
El juego, ahora, es una despiadada partida de póquer entre artistas, investigadores tecnológicos y empresarios; en la que cada participante intenta rentabilizar su jugada con todos los medios a su alcance: dinero, faroles, actitudes cargadas de despechada ironía.
A mi juicio, los artistas llevan póquer (puede que de ases), los empresarios tienen una escalera de color, y los investigadores han conseguido la escalera real. Pero a ninguno le importa, lo mas mínimo, si a todos los demás nos interesa esta obscena timba. Si nos gustan sus remedos de arte, sus inventos, o sus proyectos de lucro. Da la impresión de que, bajo la inocente diversión y la capacidad de servicio al prójimo están, simplemente, la soberbia y la codicia.
El juego, ahora, es una despiadada partida de póquer entre artistas, investigadores tecnológicos y empresarios; en la que cada participante intenta rentabilizar su jugada con todos los medios a su alcance: dinero, faroles, actitudes cargadas de despechada ironía.
A mi juicio, los artistas llevan póquer (puede que de ases), los empresarios tienen una escalera de color, y los investigadores han conseguido la escalera real. Pero a ninguno le importa, lo mas mínimo, si a todos los demás nos interesa esta obscena timba. Si nos gustan sus remedos de arte, sus inventos, o sus proyectos de lucro. Da la impresión de que, bajo la inocente diversión y la capacidad de servicio al prójimo están, simplemente, la soberbia y la codicia.
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