miércoles, 27 de enero de 2010

Ni medio punto



Entrevistamos a Pe una tarde, de hace 12 años, en el jardín del hotel Santo Mauro. Todavía era una chica atribulada por la cara y la cruz de la vida: Acababa de triunfar con La niña de tus ojos, en ese registro popular que se le da tan bien; y también acababa de cortar con su primer amor-mentor (Nacho Cano). Estaba triste y mohína, ofreciendo lo peor de sí misma a la prensa, pero la promoción era la promoción y había que apechugar (aunque aún no se las hubiese moldeado).


Ahora le sobran (pechugas) para estar a la altura de las demás actrices que salvan Nine, esa película que no merece subir la nota de su precedente (8 y medio) ni medio punto. Además de Pe, y las otras, que se ganan el sueldo, destaco el azul claro de la barqueta Alfa que conduce el prota. ¡uhmmm!

miércoles, 20 de enero de 2010

Paradoja



First of all: Apologies. En ingles, porque van dirigidas a USA, cuya actuación en Haití merece un aplauso, y no mi acritud de la última entrada…y después la paradoja.


Según el DRAE, una paradoja es una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas; ósea, la que se tiene, en el interior de TVE, frente a la del resto de los españoles, en el exterior de la empresa.

Los trabajadores en la nueva corporación deben de sentirse a sus anchas, en el estricto sentido de la palabra, porque las instalaciones de Prado del Rey (y otros centros) están vacías.

Ahora que la televisión pública está más cerca que nunca de su icono preferido (la BBC) está, también, a punto de convertirse en un simple centro emisor. Sin apenas producción propia, la mayoría de los productos se manufacturan en empresas privadas afines al gobierno (Mediapro).

Sería interminable relatar los dislates que se han ido sucediendo en TVE desde que se tuvo la posibilidad de corregirlos; es decir, desde que vivimos en democracia (pedir una televisión pública, honestamente administrada, en una dictadura, es pedirle peras al olmo)

El resumen, sin embargo, es muy fácil: Los gobiernos demócratas (paradójicamente con el PSOE a la cabeza) no han querido, ni han podido, administrar bien esa empresa. Parapetados tras las directivas europeas de los 80, que exigían una cuota de producción para el sector privado audiovisual de la época, permitieron que comenzase el saqueo; y presionados por los políticos autonómicos, no pudieron imponer soluciones tan obvias como la de haber reestructurado el enorme patrimonio de los centros regionales. El resultado era una empresa ingobernable solo unos años más tarde; especialmente en el contexto de un país con las instituciones multiplicadas por 17. Tampoco supo (o quiso) nadie prever las consecuencias de la llegada de los canales privados.

La paradoja actual es que, mientras la gente percibe una televisión pública mucho más plural, amable, e incluso elegante; los que trabajan para ella tienen la sensación de que, en realidad, está agonizando.

lunes, 18 de enero de 2010

Zombies



Tanto ejército, de todo el mundo, desplazado a zonas del planeta (Afganistán) con la misión de reconstruir, a medida de las narices de los reconstructores, lo destruido previamente (porque no se ajustaba a la susodicha medida nasal); y tan pocos militares ejerciendo, esta vez sí, una labor humanitaria en Haití: tan simple como la distribución correcta de toda esa ayuda universal que, suponemos, está llegando. Por muchos que sean los problemas logísticos, no serán tan grandes como la desidia de los poderosos ante un lugar que solo remueve sus conciencias, con atisbos de piedad, pero no sus codicias, con promesas de negocio.


En su imaginario, Haití seguirá siendo un lugar de negros destartalados, con chisteras abolladas, ejerciendo de MC Vudú. Una tierra destinada a dar miedo a los espectadores de películas inolvidables, aunque ninguna ocurriese en la mitad occidental de La Española, y cuya realidad siempre fue más pavorosa que cualquier guion cinematográfico: presidida por el arquetipo de los dictadores y, como ahora se ha encargado de ratificar el maldito destino, enterrada viva.

domingo, 10 de enero de 2010

Abismos

Desde el asiento del copiloto de aquel desvencijado Land Cruiser, veía pasar la sociedad yemení, pre once de septiembre, como en una versión neorrealista de Indiana Jones: Los automóviles eran un anacronismo abundante en aquel decorado de la baja edad media y, por supuesto, parecía que no hubiese normas de tráfico, lo que acrecentaba considerablemente la sensación de estar envuelto en la ficción. Mientras esquivaba, por ambos lados, tanto a vehículos como a recuas de animales, Ahmed (nuestro guía) me explicaba su preferencia por nosotros, turistas españoles, frente a los descendientes de los ingleses victorianos que, un día, atravesaron altaneros aquella franja de la península arábiga rumbo a las tierras del oro negro.


Ataviado con la túnica tradicional y el turbante a cuadros, este hombre, mucho más joven de lo que aparentaba, organizaba su jornada entera (incluida nuestra presencia) al consumo de su manojo de Kat. La cansina rumia de estos brotes verdes condiciona toda la vida en aquel país. Se supone que la takhzin (reunión de hombres para masticar las hojas) comienza después de comer; pero lo cierto es que cada vez adelantan más la hora del almuerzo para empezar antes a darle al vicio. Todas las demás actividades, productivas o no, quedan postergadas ante la fuerza de la lulukacha (una mascada de Kat). El Kat es un narcótico-excitante con las mismas virtudes que el tabaco: despeja cuando se necesita y calma cuando es necesario; cualidades ambas muy apreciadas en un lugar donde la vida es infinitamente menos confortable que en nuestras opulentas y anestesiadas sociedades occidentales.




En su libro En busca de las Flores del Paraíso, el británico Kevin Rushby, relata un viaje fascinante por los principales países donde se difunde esta droga: el cuerno de África y Yemen; un rincón del mundo, aun más vilipendiado ahora, tras convertirse en excelente caldo de cultivo para la rabia contra los vilipendiadores. Su fascinación por el Yemen, y por la hierba nacional, lleva al autor a describir un periplo demasiado romántico, pero es cierto que, al menos en aquella época (el libro está publicado el mismo año de mi viaje, aunque relate experiencias anteriores), Sana era una ciudad amable y pacífica, si sabías exactamente donde estabas, y podías distanciarte lo suficiente de tus prejuicios (absolutamente justificados, por otra parte: el Medievo no solo se manifestaba en la puesta en escena, sino en el guión completo, incluidos los personajes estereotipados de sumisos ante los tabúes religiosos y los escrúpulos sociales de nuestro ancien régime). De todas formas, yo guardo un agradable recuerdo de aquellas gentes pobres y dignas, conscientes del abismo que les separaba del llamado primer mundo.

Ahora que, otra vez, han adquirido notoriedad gracias al penúltimo episodio de las cruzadas sempiternas, provocan en todos nosotros el vértigo del miedo; pero yo pienso que todo vértigo desaparece si desaparece el abismo, y que nosotros tenemos más medios y posibilidades para aplanar el terreno.

lunes, 4 de enero de 2010

e-letter



Queridos Reyes magos:


En estos tiempos de mixtura y sincretismo, os voy a pedir algo que deseo con toda mi alma pero que no sé lo que es. Yo, como la mayoría de mis congéneres, estoy viviendo (y lamentándome por ello) una realidad a la que no me sé enfrentar adecuadamente; o como expresa Vicente Verdú en un artículo publicado, hoy mismo, en El País:

… las lamentaciones que cunden por muchas partes y, especialmente, entre los mayores, son probablemente el efecto de calibrar con un sistema de pesas y medidas obsoleto una realidad distinta. Una realidad que, de este modo, siempre aparecerá aberrada o caótica, incapaz, por tanto, de proporcionar un lenguaje eficiente para hacerse entender…

O sea, que necesitamos, urgentemente, unas instrucciones de uso para esta nueva vida que ya nos vemos obligados a utilizar cotidianamente, pero que no funciona con los viejos (y anticuados) valores fundamentales (que sirven de fundamento o son lo principal de algo, según la RAE). Parece que ahora podemos ver con una luz distinta, pero intensificada, esa frase que escribieron los estudiantes franceses, espoleados por los situacionistas, en las paredes de la Sorbona: Corre camarada, el viejo mundo te persigue.

    Porque no me estoy refiriendo a los extraordinarios avances tecnológicos (que también) que nos van a cambiar la existencia definitivamente; sino a la forma de relacionarnos con los demás e, incluso, con nosotros mismos.

    Suponiendo que las principales innovaciones tecnológicas que, según la publicación electrónica LiveScience.com, se están fraguando en estos momentos, tuviesen excelentes manuales de instrucción; aun nos faltaría una obra que, como la gran novela de Georges Perec, pero mucho más prosaica y analítica, compendiara esta realidad que ya no es lo que era, pero aun no sabemos que será.

Solo unos taumaturgos, como vosotros, podéis redactar ese texto con la celeridad que se requiere.



Atentamente