Este fin de semana he dado rienda suelta al más saludable de los reflejos…conscientes: La risa. Por supuesto, como su colega inconsciente, requiere ser estimulado y, poniéndome definitivamente escatológico, voy a explicaros.
Los músculos risorio, cigomático mayor, etc., pueden volverse aun más vagos que el intestino si los abandonamos a su suerte; es decir si nos dejamos empapar de tristeza con frecuencia. Igual que un buen reflejo gastro-cólico requiere de tres cosas fundamentales: Fibra, agua y una rutina disciplinada que lo fomente; la mejor risa necesita sentido del humor, optimismo y la cálida complicidad de los amigos. Porque te puedes reír solo, y de cualquier cosa, pero no hay nada mejor que la carcajada infecciosa e infectada; esa que se retroalimenta de las otras, liberando un torrente de endomorfinas que acaban impregnando a todo el grupo.
Yo tengo la gran fortuna de conservar viejos amigos; de aquella época tan permeable de la vida que se llama adolescencia. Y aunque hayamos sufrido la diáspora del tiempo y el espacio, nos reunimos para bruñir el tesoro de nuestra amistad, plena de todo: de recuerdos, de respeto, de comprensión, de cariño, y por supuesto de risa.