Pensé en cambiar la zambomba por el sonido del escape del T-Byrd y, de paso, divertirme un poco.
En el trueque me crucé con la pequeña Honda, que tampoco suena nada mal.
En definitiva, no puedo esperar al 7 de Enero para reivindicar a los Beach Boys (como he hecho siempre desde que dejé de creer en los reyes magos) como el conjuro anti navidad que son; aunque tampoco puedo imaginar los suburbios de L.A. sin parafernalia navideña.
Por lo pronto, lo que sí he conseguido conjurar este año es la melancolía que suele adueñarse de mi estado de ánimo por estas fechas. Brindemos por eso.
1 comentario:
grandisimos.
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