domingo, 4 de julio de 2010

Quemando rastrojos

Acabo de leer una columna de Arturo Pérez Reverte, para el XL Semanal de ABC, verdaderamente incendiaria; pero, qué coño, ya es hora de ir quemando rastrojos. Su habitual patriotismo antipatriótico, aparente contradicción que fluye perfectamente de la pluma de este hombre, estaba inflamadísimo; hasta el extremo de recurrir a la consabida “era broma” cuando su ira podría llegar a ser intolerable. De todos modos, cuando llega al clímax de sus argumentos contra nuestra clase política contemporánea, no le falta razón: Critica la utilización en el senado de las diversas lenguas oficiales, con traducción simultánea y pinganillo; y lo llama “el mayor homenaje a nuestra imbecilidad nacional”…No me resisto a citarlo literalmente:


“…Un andaluz medio analfabeto, presidente autonómico, hablaba con torpeza en catalán mientras otro andaluz, casi tan analfabeto como él, vicepresidente tercero del gobierno, escuchaba mediante un auricular la disparatada traducción a una lengua, el castellano, que ambos conocían-decir dominaban es excesivo- casi perfectamente. Y mientras, en sus bancos, encantados de estar allí, los cómplices de esos dos sujetos aplaudían.”

Obviando el exceso de llamar analfabetos a los protagonistas de la farsa, no me dirán que no ha bordado el cuadro (costumbrista) de la nueva España de charanga y pandereta; ¿o sería mejor decir de rap y percusión digital, para adaptarnos al país ultramoderno que intenta vendernos La Pajín, por ejemplo; sin percatarse de que solo vende “tendencias”, en el mismo sentido que tiene esa palabra-icono de sus denostados enemigos los pijos: algo vacío, efímero y ridículo, que se derrumba estrepitosamente con el soplido del viento que rola.

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