En la segunda entrada de este blog, fechada el 10 de Agosto, hablaba de mi dolencia crónica; ese estado carencial que te deja tan desamparado como un reumático a la orilla del mar en invierno: La minoría.
En navidad, coincidiendo con la mínima expresión de la luz y la máxima expresión de las carencias, suele aparecer de forma virulenta. La mayoría, su antagonista natural, llega a este solsticio en todo su apogeo, crecida e imponiendo sus estándares sentimentales por doquier.
El otro día, un amigo con mi mismo síndrome, me decía como procuraba huir cada año a cualquier país musulmán, o situado en el hemisferio sur, para aliviar los embates de la realidad. Por mi parte doy fe, cuando he podido comprobarlo, de la bondad de una nochebuena en la playa tropical; con la hierba y la arena separada por una franja de flores y con una caipirinha en la mano. Es una delicia para los que se supone deberíamos estar refugiados del frío y arropados por los otros miembros del clan.
La nochevieja tampoco está mal en los países regidos por la Hégira. Resulta raro, reconfortante; como si te hubiesen evitado de un plumazo la comida de empresa y el balance anual.
Me fascina la facilidad con la que puedo cambiar el aspecto de este blog. Ojala pudiese cambiar el mundo real a golpe de clic, pero me temo que la vida no dispone de plantillas, como blogspot, que te permitan reordenar, a tu antojo, los elementos de la existencia.
En navidad, coincidiendo con la mínima expresión de la luz y la máxima expresión de las carencias, suele aparecer de forma virulenta. La mayoría, su antagonista natural, llega a este solsticio en todo su apogeo, crecida e imponiendo sus estándares sentimentales por doquier.
El otro día, un amigo con mi mismo síndrome, me decía como procuraba huir cada año a cualquier país musulmán, o situado en el hemisferio sur, para aliviar los embates de la realidad. Por mi parte doy fe, cuando he podido comprobarlo, de la bondad de una nochebuena en la playa tropical; con la hierba y la arena separada por una franja de flores y con una caipirinha en la mano. Es una delicia para los que se supone deberíamos estar refugiados del frío y arropados por los otros miembros del clan.
La nochevieja tampoco está mal en los países regidos por la Hégira. Resulta raro, reconfortante; como si te hubiesen evitado de un plumazo la comida de empresa y el balance anual.
Me fascina la facilidad con la que puedo cambiar el aspecto de este blog. Ojala pudiese cambiar el mundo real a golpe de clic, pero me temo que la vida no dispone de plantillas, como blogspot, que te permitan reordenar, a tu antojo, los elementos de la existencia.
2 comentarios:
bueno, a mi "el calor del clan" me la trae bastante floja e incluso me gusta estar enfermo o trabajando en esos dias tan señalados para no tener que soportar a mi cuñada y a algún que otro sobrino mongoloide. Para mi, "felices fiestas" quiere decir que entre festivos, restos de vacaciones, horas acumuladas y etc etc disfruto de un periodo de vacaciones de muuuuuuuuchos dias.
La alternativa tropical la había pensado, en sueños, eso si.
De todas formas: felices fiestas!
Gracias Peter. La verdad es que teniendo vacaciones, salud y perspectiva se puede disfrutar en casi cualquier parte. ¡Feliz navidad!
Publicar un comentario