sábado, 27 de diciembre de 2008

Contrafase


En la última película de Ridley Scott, Red de mentiras, un cínico jefazo de la CIA, encarnado en Russell Crowe se queja de la desconexión electrónica entre los fundamentalistas islámicos. Si la comunicación entre ellos se produce según la tradición de la medina árabe: el encuentro, el roce, el boca a boca; su rastreo se complica enormemente. Si ya no utilizan los móviles o Internet, se convierten en un enemigo del pasado, paradójicamente invisible ante la gente del futuro, presentes en un escenario virtual. En la realidad, y según el ex agente Jamie Smith (cuyo nombre tiene que ser forzosamente inventado, a fuerza de pura trivialidad), los agentes americanos suplen de viagra a ciertos jefes tribales afganos: aquellos, ancianos y polígamos, que recuperan su dignidad perdida gracias al citrato de sildenafil (nombre cuya fonética parece inventada), para recavar su ayuda en la lucha contra la Jihad of the sword: “Intentas salvar una brecha entre gente que vive en el siglo XVIII y gente que viene del siglo XXI” explica Smith.
Realidad o ficción, parece una batalla imposible; librada en espacios desiguales y en tiempos dispares: una especie de contrafase que, ojalá, cancele las furias y evite que se nos fundan los plomos y nos quedemos, todos, a oscuras.

2 comentarios:

Vencido dijo...

Yo también estoy en contrafase, me quedé en la Edad Media...

Anónimo dijo...

¡Hombre! Bienvenido. Nada de edad media...tu eres un moderno irredento. Quizas por eso estes en contrafase.