¿Los últimos cinco años en la pista? Sí, este podría ser el título de esta entrega. Yo, como tantos otros treintañeros terminales, me debatía entre la necesidad de convertir la música en un ejercicio intelectual y la intención de seguir bailando para siempre. Buscaba el secreto de la eterna juventud…y la electrónica me lo había puesto facil. Entonces sonaron las recreaciones más memorables de mitos adolescentes, los ritmos más endiablados, y los mas sensuales que las máquinas podían reproducir.
Fue un lustro muy divertido, los DJ’S me volvían a salvar la vida, ahora mas profesionales que nunca; y tuvo un broche de los que se marcan, indeleblemente, en tu memoria episódica.
Era invierno de 1996, y ya había cumplido los 40 años cuando, en una de esas noches interminables, descubrí lo que iba a considerar mi último baile (por muchas veces que haya podido bailar después, nunca ha sido igual). Esa noche supe que debía pasar página.