jueves, 9 de abril de 2009

Plastas

 

  Antes, en esa otra vida que parece tan lejana como el medievo, pero está solo a un par de décadas, los amigos plastas se empeñaban en amargarnos las cenas del reencuentro, tras las vacaciones, con el pase privado de sus pelis (o fotos), que solo interesaban a ellos. Ahora, con el auge de la correspondencia electrónica, no solo tenemos que aguantar los recuerdos de nuestros amigos en Birmania o Tegucigalpa, sino todos los recuerdos de medio planeta en sus visitas al otro medio, debidamente procesados en bonitos pps (Power Point Shows). Para mí, que siempre he pensado que más vale una canción que mil imágenes, lo peor es la incapacidad de la gente para ilustrar con música adecuada sus “obras”. Hace tan solo unos meses reenviaba, compulsivamente, muchas de las (bip) que me atoraban el buzón, pero ya  solo esparzo lo bueno (¡exactamente!: lo que a mí me lo parece). No estoy hablando de spam, o correos indeseados, sino de lo que debería desearse y, sin embargo, se teme: la gran cena de reencuentro (tras las vacaciones) a escala planetaria, que se produce cada vez que abres la correspondencia.

 

   

 

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