miércoles, 30 de septiembre de 2009

Bocetos


El amigo Vencido, en la penúltima entrada de su blog, hace una reflexión que subscribo completamente. Habla de una tendencia que le ha ido constriñendo los temas que trata en su bitácora; por auto censura, por pudor, por control de calidad, por lo que sea. La cuestión es que, a pesar de tener ideas sobre las que escribir, acaba no haciéndolo. A mí me ocurre algo parecido que, sin demasiada reflexión, achaco a la falta de dirección de este blog; algo que no me reprocho, por otra parte. Estas divagaciones siempre han sido para mí una especie de ejercicio de escritura, del mismo modo que uno acude al gimnasio para ejercitar los músculos o lee un libro en otro idioma para no perderlo. En cualquier caso, acabo teniendo un montón de bocetos que no acaban de tomar forma definitiva. He aquí algunos ejemplos, destinados en principio a esta entradilla:
- La supresión de uno de los blogs que aparecía a la derecha de estas letras: Pertenecía a una estrella marrón del rock patrio que, a falta de luz, refracta enormes cantidades de vanidad hedionda; convencido de su desaprovechado talento y de las malhadadas piruetas del destino y…de los seres inferiores. ¡Pobre!
¿Qué pasó aquí. Fue el pudor, la auto censura? Quizá mi control de calidad y su fuerte filtro ideológico. Hay fachadas que ya no soporto, por muy preciosa factura que lleven.
-La sensación de vivir en un país a la deriva; al menos políticamente hablando. Debatiéndose entre los ávidos de poder, disfrazados de altruistas, y los ávidos de poder a secas, sin disfraz.
Aparte del pudor (la vergüenza, el sonrojo), aquí funcionó la auto censura: No querría ser como ellos, criticando sin aportar soluciones…¡y no tengo!
- Escuchar (otra vez) disertar a Nacho y acudir, inmediatamente después, a un buen museo de arte contemporáneo. De sus conferencias, hay dos momentos que me resultan especialmente emocionantes: Cuando saca las conclusiones a propósito del fósil Benjamina, el cráneo de una niña supuestamente cortita y fea, que sin embargo consigue sobrevivir hasta los 12 años (una edad más que suficiente, entonces). Aquí, la aparición del verdadero altruismo y la compasión han sido documentadas. El otro gran momento es al final, cuando especula sobre la supervivencia de Cromañones a Neandertales.- La conclusión es la enorme necesidad de arte, entendido como la expresión de nuestra mente simbólica, de los primeros (de quien descendemos)
Sin duda, ahora estamos un paso más allá del Homo Sapiens. Hace poco creía que somos Homo Abûsus (consumo), pero hoy no sé si quedarme con el Homo Fessus; cansado de casi todo y, muy especialmente, de esa mente simbólica que tantos quebraderos de cabeza nos da, o con el Homo Bârô, imbécil; y para muestra valga (y de ahí la pertinencia de la visita al museo) la obra de Cy Towmbly, perteneciente a la colección permanente del Reina Sofía: Los garabatos de un niño aburrido en clase.
Aquí funcionaron tanto el pudor como la autocensura. Una vez más, ese ego de quien me gustaría desprenderme por completo, me sumergía en la confusión de sentimientos: Disfruté la conferencia y me gusta el expresionismo abstracto, pero el superyo me impide exponerlo de una forma simple, sin faltar a mí patina cultureta. ¡Una pena!

jueves, 24 de septiembre de 2009

Alcobas


Nosotros acogimos, encantados, la revolución sexual de los años 60 del siglo pasado. Celebramos la transformación de unas costumbres que lo estaban pidiendo a gritos: la mayoría de los tabúes sexuales no habían tenido nunca razón de ser y, seguramente, habían sido creados por quien tuviese intereses espurios en extremar la sublimación de tan poderosa pulsión. Pero, como suele ocurrir casi siempre, la revolución acaba generando una inercia, tanto o más necesitada de transformaciones urgentes, al cabo de muy poco tiempo. El efecto pendular suele ser muy pernicioso.
No, no voy a defender la familia tradicional cristiana (dios me libre), ni voy a atacar a los homosexuales. En mi línea voy a escribir otra reseña que no lo es, pues a toda crítica seria se le presupone la actualidad de la obra reseñada…y esta es de 1992. Andaba yo detrás de un célebre comic underground, titulado “La vida sexual de Tintín”, aparecido aquel año, del lápiz del también belga Jack Bucquoy que, por fin, el pasado domingo encontré en el rastro madrileño. Su autor afirma en el prefacio textualmente: “El hecho de que las grandes figuras de nuestro mundo puedan tener una vida sexual, tiene un solo objetivo: convertirlos en más humanos y bajarlos del pedestal en que se encuentran”. Según él, un héroe perfecto y tonto como Tintín (al que, sin embargo, no duda en calificar como gran figura de nuestro mundo) no tiene pasado ni futuro, ni tampoco sexualidad; convirtiéndose así en fácilmente maleable…¡ Debe ser por eso por lo que, a lo largo de 24 memorables álbumes, atraviesa el siglo XX (sin que se le mueva un pelo, ni un cumpleaños) fascinando a medio mundo con sus historietas !. Exactamente, señor Bucquoy: Prefiero seguir ignorando lo que ocurre en los dormitorios de Tintín y Haddock, antes que usted me lo desvele en forma de escupitajo rabioso y pornográfico. Le recuerdo que la principal función de la pornografía es ortopédica; para todos aquellos (como usted) tan humanos que están repletos de disfunciones sexuales. La sublimación, en su justa medida, es lo único de la teoría freudiana que aún permanece vigente; y usted lo comprobará si es que algún día llega a crecer.
PD: Sus viñetas están muy mal dibujadas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Septiembre


Antes de irme a la cama sueño. Mientras en el reloj de la plaza dan las once, una luna menguante, color calabaza de mármol, se cuelga tras la Torre del Pirata para iluminar la playa débilmente. Con el chasquido de los dedos hago aparecer, en el paseo marítimo, un teatro de la ópera: Ebben? Ne andrò lontana…A su lado surge un espacio de arte (pleonástico eufemismo de museo), fruto del cartabón de un híbrido entre Alto y Nouvel. Mas allá los multicines; salas en 3-D y sonido extremo. Aquí y aculla, unos cuantos restaurantes ofrecen de todo a cualquier precio y, para finalizar, las tiendas: esos lugares imprescindibles para el Homo abûsus.
De repente, el sueño se torna pesadilla. La demanda para tanta oferta ha dinamitado, irremediablemente, la paz de esta aldea marinera. Hasta que no triunfe Arturo Soria, o las promesas del futuro-pasado (aquellas que auguraban un hábitat racional, con las aglomeraciones limitadas y los servicios infinitos) no se cumplan, tendremos dos opciones: el medio rural/marinero y las ciudades.
Mi privilegio consiste en volver al asfalto, y despertar en la parte placentera de mi sueño, sabiendo que este lugar permanece inalterado (el mar salado, el aire dulce, y los cielos dignos de Zóbel)
Septiembre.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Política 3...O las ramas del guindo.


En cierta ocasión, hace mucho, mucho tiempo, milité en un partido político. Lo hice, exactamente, durante tres meses y, supongo, fue uno de esos ataques de culpa que me atormentaban cuando se disparaba la distonía a niveles patológicos. Sea como fuere, recuerdo que contribuí a la mudanza de la sede provincial a un lugar más céntrico y más pintón; más acorde, en definitiva, con los tiempos de protagonismo que se avecinaban. Estábamos en 1976 y aun no concebíamos la política como una profesión (degradada hasta la infamia), sino una especie de voluntariado salvífico y mesiánico; después de todo los únicos políticos que conocíamos eran autoridades fascistas, nepóticas y enchufadas. En la primera reunión, mantenida con el síndrome de los primeros cristianos, no me enteré de mucho..excepto de lo fundamental (gracias a dios): El odio que le profesaban a quienes, militando en otro partido afín, podían disputarle la poltrona, era más que premonitorio. Me pregunto qué habrá sido de aquella gente que no cesaba de hablar de estrategias; pero no para reinstalar la democracia perdida, sino para derrocar a quien pudiese hacerle sombra en su prometedor futuro. Seguramente serán consejeros autonómicos o diputados nacionales
Encaramado, todavía, en las ramas del guindo, me di de baja porque no pude soportar la incoherencia que, para mí, suponía militar entre los valedores de la libertad, la igualdad y la fraternidad; considerándome un egocéntrico individualista. Cuando la rama se rompió, me dolió mucho menos el golpe que a ellos su conciencia…¡Ah…que no tienen!

jueves, 3 de septiembre de 2009

Vida en Marte


Si me ocurriese lo que al pobre Sam Tyler, y un día me despertase en 1973, se habría cumplido uno de mis deseos en su versión paradójica…y, probablemente trágica.
Todo el mundo sueña con una segunda oportunidad, sin perder el bagaje adquirido en la primera. Pero para que fuese una oportunidad real debería contar con el mismo tiempo, es decir: debería volver a 1973 con 17 años…¡y mi mentalidad y acervo intactos!
El detective de Manchester o NewYork (versiones BBC/ABC de la serie) no tiene tanta suerte: De repente se encuentra inmerso en un mundo que no le pertenece, pero que ha configurado el suyo. Es un hombre del futuro. Para empezar ha perdido treinta y tantos años (en su caso), pues de nada le sirve saber lo que les espera a aquellas gentes si: A/ No puede influir en ello (¿o sí?) y B/ No va a volver a vivirlo en condiciones óptimas.
Al menos él había regresado a una sociedad que estaba, entonces, mucho más cerca de la que procedía de lo que nunca podría estar aquella a la que yo volviese desde mi contemporánea: ¡España cañí!.
Para empezar, la equivalente a la oficial Norris no podría estar allí, porque la primera mujer policía debutó por estos lares a principios de los 80. Sus colegas masculinos serían como el detective Ray (machista, grosero y desencantado de casi todo) pero con muchísima más testosterona ibérica; y la banda sonora, en vez de haberse quedado con Bowie y T.Rex (como escribía Carlitos Berlanga), o contar con el delicioso Elton John de la primera época (antes de divorciarse de Bernie Taupin) sería un recopilatorio veraniego de Belter…¡Puaff!
Todo el mundo estaría muy ocupado en restaurar una democracia que después no sabrían usar adecuadamente; y ejercer el papel de moderno emancipado de tantas tradiciones sería una tarea casi imposible. El proceso de desregulación y redefinición social, que había emprendido el mundo 20 años antes era, entre nosotros, una extravagancia; aunque después presumiésemos de hipermodernos.

En cierta ocasión me preguntó un famoso periodista de este país si era marciano, simplemente porque no conocía a Hugo Sánchez (¿futbolista?). Para mí, la extraterraqueidad no es nada nuevo.