He atravesado los Estados Unidos por carretera en dos ocasiones. Dos viajes de mas de 5000 Km. cada uno entre New York y San Francisco, y he de confesar que no me lo he pasado mejor en toda mi vida. El primero lo hicimos por el sur, "navegando" por las interestatales a base de cambio automático y limitador de velocidad a 55 millas. Una Road Movie repleta de moteles y classic rock stations, capaz de satisfacer a cualquier mitómano contemporáneo: Después de esa travesía comprendí, mucho mejor, la obsesión de Win Wender por las fotos aberrantes de neones y los reflejos metálicos en las carrocerías. Nueva Orleans, la terrible frontera mejicana, el cañón del Colorado, Las Vegas…Williams, en plena ruta 66, o L.A. where nobody walks, fueron etapas inolvidables de aquella aventura.
El segundo lo hicimos por el norte, sumergidos en maizales infinitos y deseando que el oso Yogui nos robase los emparedados, pues el objetivo principal era Yellowstone. Pero también estaban los grandes lagos, Chicago, las reservas indias Cheyennes, las pistas de sal en Utha …y hasta aquel garito, curiosamente cerca de Fargo, de lo mas parecido a aquel otro "Abierto hasta el amanecer" donde bailaba Salma Hayek con la gran serpiente blanca.
Hoy es un buen día para recordar un luminoso país, preñado de sombras. Mentiría si digo que he permanecido ajeno al antiamericanismo de los últimos tiempos, que bien a pulso se lo han ganado; pero también lo haría si no reconozco la grandeza de sus paisajes, de su hospitalidad, de su desprejuiciada relación con la historia; y por supuesto de su gente (leather faces aparte), entre la que viven músicos y peliculeros que tanto placer nos han proporcionado a lo largo de nuestras vidas.
1 comentario:
Lo mismo opino.
Hay que separar el grano de la paja. A quien durante lo largo de su vida se ha preocupado en indagar en la naturaleza de los norteamericanos y los ha conocido y tratado personalmente, le cuesta creer que los Estados Unidos (los de la tele y las pelis) sean el tan temible monstruo del que la propaganda nos habla. Los clichés son nefastos para el pensamiento. Mal nos pese: son una gran nación. Gran parte del antiamericanismo ibérico nace de la innata inclinación española por ese delito capital que es la envidia. Es la realidad.
Bush no es America.
No deja de resultar sorprendente que todos los defectos que creemos detectar en ellos existen en todos los países de la tierra. Tipologías como el "telepredicador fanático", el "rudo cowboy que se enfrenta a la muerte a lomos de una vaca furiosa" no son ajenos en esta "piel de toro".
Por favor: haríamos mejor buscando la paja en nuestro propio ojo.
saludettes! (muy bueno el post)
Publicar un comentario