Antonio Damasio es un Neurólogo Portugués que obtuvo el Príncipe de Asturias de investigación científica y técnica en el año 2005. En su libro En busca de Spinoza (Neurobiología de la emoción y los sentimientos) me enseñó el concepto de EEC, o estímulo emocionalmente competente.
Esto no es mas que un objeto o acontecimiento, cuya presencia real, o en rememoración mental, desencadena una emoción: Felicidad, tristeza, vergüenza, simpatía, miedo, y un largo etc., Por lo visto, las respuestas de nuestro cerebro son automáticas y, en el repertorio de que disponemos, están aquellas que son comunes a todos los humanos (conseguidas durante la evolución), y aquellas individuales, producto de nuestra propia experiencia. Como el objetivo final de esas respuestas no puede ser más que la supervivencia y el bienestar del individuo, al final debemos utilizar un número mayor, de las automáticamente programadas, que dependan fundamentalmente de nuestra fuerza de voluntad (decir simplemente no). De modo que lo más sensato es hacer caso omiso de aquellos EEC impertinentes y maliciosos, que aparecen subrepticiamente para modificar las estructuras cerebrales que sostienen nuestro pensamiento. En Román Paladino para mosquearnos y, en el argot simplista de muchos jóvenes, para rayarnos. La felicidad, o al menos la paz mental (que es casi lo mismo) está, de esa manera, un poco más cerca.
Esto no es mas que un objeto o acontecimiento, cuya presencia real, o en rememoración mental, desencadena una emoción: Felicidad, tristeza, vergüenza, simpatía, miedo, y un largo etc., Por lo visto, las respuestas de nuestro cerebro son automáticas y, en el repertorio de que disponemos, están aquellas que son comunes a todos los humanos (conseguidas durante la evolución), y aquellas individuales, producto de nuestra propia experiencia. Como el objetivo final de esas respuestas no puede ser más que la supervivencia y el bienestar del individuo, al final debemos utilizar un número mayor, de las automáticamente programadas, que dependan fundamentalmente de nuestra fuerza de voluntad (decir simplemente no). De modo que lo más sensato es hacer caso omiso de aquellos EEC impertinentes y maliciosos, que aparecen subrepticiamente para modificar las estructuras cerebrales que sostienen nuestro pensamiento. En Román Paladino para mosquearnos y, en el argot simplista de muchos jóvenes, para rayarnos. La felicidad, o al menos la paz mental (que es casi lo mismo) está, de esa manera, un poco más cerca.
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