Leo, atónito, en el diario El País de hoy mismo, que las gafas han vuelto. Los diseñadores de monturas, que suelen ser los mismos que diseñan (o al menos lo pretenden) el resto de nuestra apariencia, han decidido que ya es hora de cambiar los escuálidos rectángulos de las últimas décadas por gafas grandes. Lo han hecho de la misma manera que, hace unos años, decidieron constreñirnos los pies en afiladas punteras (aunque a nadie le interesara semejante despropósito). Su estrategia es tan sencilla como contundente: al cabo de unos años, simplemente, no puedes encontrar zapatos anchos…¡y punto!
Su campaña de marketing incluye la incitación a la impostura intelectual: “Tal vez la gente se ha dado cuenta de que parecer un empollón tiene su gracia”, declara, impertérrita, una “estilista” británica. A mí, que utilizo gafas desde los cinco años, siempre me han gustado más las gafas grandes, por razones obvias que no escapan a ningún usuario: la superficie del cristal es mayor y más adecuada a cualquier patología (aun más ahora, con el desarrollo de los cristales progresivos). En unos años nos habrán invadido, de forma tan desmedida, con monturas excesivas, que tendrán una excusa perfecta para volver a obligarnos a llevar escuálidos rectángulos…en fin. Yo recomiendo a todo el mundo que pase de “advenedizos” y busque sus gafas entre quien sabe diseñar monturas, y no vaqueros. Viva Oliver Peoples y abajo Dolce y Gabanna, aunque el auténtico grito sea: ¡Viva el chandalismo ilustrado!
1 comentario:
Bueno, yo vi una vez a una musulmana que entre el velo y las supergafas que llevaba no se le veia la cara, jaja! A lo mejor lo ponen de moda de aqui a algunos años como un avance estilístico de esos.
Lo que hay que ver.
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