Si de mí (pobre de mí) hubiese dependido, el estado de Israel no existiría; pero existe y, además, existe una película Israelí de animación sorprendentemente buena. Waltz with Bashir es un comic; un magnífico comic de línea clara que cuenta la amnesia de un soldado participante (aun indirectamente) en las famosas matanzas de Sabra y Chatila. El relato es heredero de Apocalipsis Now (escena de surf y rock en la playa incluida) y, por tanto, participa del horror, en el corazón de las tinieblas, que imaginó Conrad.
Hay quien puede intuir la justificación sionista ante unos hechos abominables, como fueron las masacres perpetradas en los campos de refugiados libaneses; pero lo que parece una exculpación, mientras se acusa de la tragedia a los falangistas cristianos, seguidores de Bashir, es en realidad una reflexión sobre la desmemoria histórica y la impotencia ante una Historia (con mayúsculas) erigida por la gente convertida en sufrientes marionetas.
Como se destaca en todas las reseñas de esta película, el recurso a la animación permite a su director (cuya experiencia personal se narra, a modo de terapia) construir un documental con factura de la ficción mas exquisita, y prescindiendo del archivo necesario. El espectador se topa, constantemente, con referencias culturales comunes a todo el occidente contemporáneo, lo que me permite aseverar lo del principio: Israel es una excrescencia del occidente mas ortodoxo, con toda su arrogancia concentrada en su carácter de desagravio; un país que pretende terminar con la diáspora de los judíos a cualquier precio, sin darse cuenta que precisamente esa diáspora es su mejor defensa contra el malditismo que les ha perseguido desde tiempos inmemoriales, convirtiéndolos en un victimario de libro…concretamente de manual hipócrita.
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