domingo, 4 de enero de 2009

Impreso


Hasta hace muy poco tiempo, solo en el ciberespacio se solían decir ciertas cosas pero, sin ir más lejos en el periódico de hoy, he encontrado dos aseveraciones dignas de la opinión digital o, simplemente, de la calle. Los colaboradores de la prensa seria ejercían una sutil autocensura para no llamar a muchas cosas por su nombre.
En La cuarta página del País leo a Timothy Garton Ash: “Es evidente que el planeta no puede sostener a 6.700 millones de personas que vivan como lo hace la clase media actual en Norteamérica y Europa occidental, ni mucho menos los 9.000 millones previstos para mediados de siglo. O excluimos a una gran parte de la humanidad de los beneficios de la prosperidad, o nuestra forma de vida tiene que cambiar”. Algo que muchos de nosotros ha sostenido, casi toda su vida, en conversaciones con amigos y conocidos, obteniendo casi siempre miradas acusatorias de utópicos o nihilistas… ¡y no solo de los conservadores, sino de los progres sensatos y realistas!
También leo, en un artículo sobre la todopoderosa directora del Vogue americano Anna Wintour, un comentario de su antecesora: “Nos encontramos ante un mercado de la moda que no sabe hacer ropa buena y barata, y eso es algo que tiene que acabar haya recesión o no”… ¿A que me suena eso?
Si sigo viendo impresas, en el diario de mayor tirada del país, cosas como estas voy a terminar pensando que, esta vez, algo se mueve en serio; so pena que estemos, como siempre, ante la estrategia que puso Giuseppe Tomassi di Lampedusa en boca del Príncipe di salina: “Si tutto debe rimanere com’è, è necesario che tutto cambi”

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