lunes, 25 de agosto de 2008

Ciclotimia


Vaya por delante que lo que voy a contaros a continuación tiene muy poca base académica; es más bien fruto de mi cultureta, y de mi afán por algo que necesitaba desesperadamente: el autoconocimiento.
La ciclotimia es a la bipolaridad (esa enfermedad mental que sume a la gente en la más profunda depresión o la sube a lo más alto de la euforia) como un fuerte constipado a una neumonía: no es grave pero sí es muy molesto. Yo nunca tuve, afortunadamente, un diagnóstico de bipolaridad; pero me autodiagnostique ciclotimia hace mucho tiempo, porque los bruscos cambios en mi estado de ánimo casi nunca tenían una causa lógica.
La he considerado siempre como el principal síntoma de la neurosis. Mi padre me dijo, siendo todavía un niño, que era un perfecto distónico neuro vegetativo (elegante eufemismo de neurótico perdido), así es que, tanto si lo dijo para insultarme como si trataba de poner la primera piedra de una personalidad sólida, el resultado fue lo segundo. No me mal interpretéis: no quiero decir con eso que sea estupendo, sino que sé quien soy y eso, creédme, es más de lo que mucha gente puede decir.
Asumir lo que te ocurre es, por lo tanto, el primer paso para solucionarlo. Al principio piensas que eres así y no hay nada que hacer, y te consuelas pensando que las fases de euforia compensan a las fases de depresión. No quieres renunciar a esos periodos en los que tu cerebro se inunda del neurotrasmisor que fuese, y que no tiene nada que envidiar al más exquisito éxtasis que hayas probado nunca. Pero un día descubres el valor del equilibrio y, aunque tu vida se agrisalla un poquito (seamos sinceros), también dejas de sufrir y te sientes ¡curado!. Es como quien deja de beber porque no soporta las resacas: al final te aburres en las fiestas del sábado noche, pero disfrutas las mañanas de los domingos.

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