Casi atropello a la mujer que se me echa encima, inadvertidamente, en aquel paso cebra. Yo estoy mirando el hombrecillo, mientras cambia de color, y no me percato de su presencia. Esa mujer es una más de los peatones que, con prisas, consideramos aún la posibilidad de cruzar al otro lado, incluso confiando en la benevolencia de los conductores. Si no llega a encoger el vientre, curvándolo encima de la aleta, ahora mismo podría tener, al menos, una cadera rota. Nervios, exclamaciones, inculpaciones y exculpaciones mutuas… y todo queda en un susto. Hasta que unos metros más allá aparece el "biempensante", al volante de su Seat Ibiza gris: se sitúa a mi derecha y comienza a gestualizar, recriminando mi conducta. Baja el cristal y me dice que podría estar más atento, que casi desgracio a la pobre mujer y que soy un soberbio prepotente, me dirige un gesto final de desprecio absoluto y se larga. Yo, por mi parte, me calo las gafas de sol, arranco el coche y sigo mi camino.
Pero, de repente, comprendo que la situación es carne de experimento:
Aparco y extraigo de la guantera la varita mágica de Bellatrix Lestrange. Con un conciso circulo espiral trazo una pincelada en el aire y digo claro y fuerte "Repitio".
Al instante estoy de nuevo en el semáforo, tan distraído como antes, sin conseguir ver a la intrépida señora que se me vuelve a echar encima. Todo transcurre exactamente igual que unos minutos antes excepto un pequeño detalle: ahora, en lugar de mi Mercedes negro, conduzco un Seat Ibiza gris. Nervios, exclamaciones, inculpaciones y exculpaciones mutuas…y todo queda en un susto. Hasta que unos metros más allá aparece el "biempensante", al volante de su Seat Ibiza gris: se sitúa a mi derecha y comienza a gesticular, recriminando la conducta de la señora. Baja el cristal y me dice que podría estar más atenta, que casi me busca una desgracia y que es una soberbia prepotente. Me dirige un gesto final de auto compasión absoluta y se larga. Yo, por mi parte, me calo las gafas de sol, arranco el coche y sigo mi camino. Al llegar a casa abro el ordenador y hago unas anotaciones en la carpeta "Estupidez Muggle"
Pero, de repente, comprendo que la situación es carne de experimento:
Aparco y extraigo de la guantera la varita mágica de Bellatrix Lestrange. Con un conciso circulo espiral trazo una pincelada en el aire y digo claro y fuerte "Repitio".
Al instante estoy de nuevo en el semáforo, tan distraído como antes, sin conseguir ver a la intrépida señora que se me vuelve a echar encima. Todo transcurre exactamente igual que unos minutos antes excepto un pequeño detalle: ahora, en lugar de mi Mercedes negro, conduzco un Seat Ibiza gris. Nervios, exclamaciones, inculpaciones y exculpaciones mutuas…y todo queda en un susto. Hasta que unos metros más allá aparece el "biempensante", al volante de su Seat Ibiza gris: se sitúa a mi derecha y comienza a gesticular, recriminando la conducta de la señora. Baja el cristal y me dice que podría estar más atenta, que casi me busca una desgracia y que es una soberbia prepotente. Me dirige un gesto final de auto compasión absoluta y se larga. Yo, por mi parte, me calo las gafas de sol, arranco el coche y sigo mi camino. Al llegar a casa abro el ordenador y hago unas anotaciones en la carpeta "Estupidez Muggle"
No hay comentarios:
Publicar un comentario