En la encendida polémica sobre la propiedad intelectual, nadie menciona el que, para mí, es el aspecto más importante: El modelo de negocio del entretenimiento ya no es, ni remotamente, el que fue; y los “artistas” tendrán que admitirlo adaptándose al nuevo ( o inventándolo, mejor dicho).
En la sociedad actual, la democracia corre peligro no por falta de información y censura (como ocurría en los totalitarismos, o en el mundo pre-digital), sino por exceso y saturación de ella. La gente está indefensa ante la avalancha de imágenes, sonidos, opiniones, diatribas, y la falta absoluta de criterio para cribarlas. Esto puede sonar muy duro, pero es muy cierto: ¡Sobran artistas!, como quizás sobraban albañiles en España y en Irlanda durante los años 90.
Una gran amiga mía me hizo reír, durante mucho tiempo, con una de sus anécdotas. Durante una discusión con una chica “plastificada” mi amiga le espetó: “Eres muy mona, pero estas muy equivocada”. De la misma manera, Javier Bardem (tan mono) está muy equivocado cuando publica hoy en el diario El País, un artículo titulado El botón mágico. Sus amonestaciones a los que, supuestamente, van a dejar sin trabajo a miles de personas, se sostienen tanto como las pataletas de los ejecutivos de Hollywood contra la televisión en los años 60: nada.
El verdadero talento y la verdadera creatividad saldrán adelante sin ninguna duda; pero los miles de productos basura (películas, discos, libros, etc, etc) a los que él llama artesanía del cine y de la música, nos dejaran tranquilos de una vez para siempre. Sus artífices podrán convertirse en cultivadores de tomates o pintores de brocha gorda.
viernes, 24 de diciembre de 2010
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Leucocitos descarriados
La contracultura ha sido siempre neutralizada por la cultura oficial, y siempre mediante el muy sutil método de la absorción. De esta manera, pareciendo que se trataba de un reconocimiento, del desarrollo de algo incipiente, se procedía a quitarse de en medio un síntoma de futuras complicaciones.
Ya fuese en el ámbito del arte: El Dadá deviene Surrealismo, con sus mucho más inocuos desvelos oníricos, o en el de la sociología: En plena guerra fría, las dos ideologías dominantes no pueden tolerar que los Hippies las cuestionen a ambas; la convención convierte cualquier intento de cambiar sus normas tácitas en una nueva conformidad. Si los jóvenes británicos son un escaparate de la decadencia del imperio, se les pone precio en las vitrinas de King Road. Si los Hackers penetran en las entrañas del sistema se les paga para convertirlos en agentes inmunológicos del mismo; pero algunos, como leucocitos descarriados, amenazan con destruirlo todo, y eso está ocurriendo ahora mismo con el creador de la controvertida Wikileaks.
Esta misma mañana, analistas políticos de prestigio identificaban a los Hackers más incómodos con la contracultura del siglo XXI, y vaticinaban que el fenómeno Wikileaks daría que hablar largo y tendido. Pero lo que no podíamos imaginar era que oyésemos hablar, inmediatamente, a algún político de su deseo de ver tendido a Julian Assange, sin vida.
Parece ser que, en el umbral de un nuevo mundo, donde se está procediendo a identificar a la convención misma como la mayor de las complicaciones presentes, sus centinelas no pueden esperar a que la cultura oficial fagocite a la contracultura: Hay que aplicar terapias más agresivas; aunque me temo que la desaparición de un virus no implica la destrucción de la cepa y, como dice Bastenier, vamos a tener Wikileaks para rato.
Ya fuese en el ámbito del arte: El Dadá deviene Surrealismo, con sus mucho más inocuos desvelos oníricos, o en el de la sociología: En plena guerra fría, las dos ideologías dominantes no pueden tolerar que los Hippies las cuestionen a ambas; la convención convierte cualquier intento de cambiar sus normas tácitas en una nueva conformidad. Si los jóvenes británicos son un escaparate de la decadencia del imperio, se les pone precio en las vitrinas de King Road. Si los Hackers penetran en las entrañas del sistema se les paga para convertirlos en agentes inmunológicos del mismo; pero algunos, como leucocitos descarriados, amenazan con destruirlo todo, y eso está ocurriendo ahora mismo con el creador de la controvertida Wikileaks.
Esta misma mañana, analistas políticos de prestigio identificaban a los Hackers más incómodos con la contracultura del siglo XXI, y vaticinaban que el fenómeno Wikileaks daría que hablar largo y tendido. Pero lo que no podíamos imaginar era que oyésemos hablar, inmediatamente, a algún político de su deseo de ver tendido a Julian Assange, sin vida.
Parece ser que, en el umbral de un nuevo mundo, donde se está procediendo a identificar a la convención misma como la mayor de las complicaciones presentes, sus centinelas no pueden esperar a que la cultura oficial fagocite a la contracultura: Hay que aplicar terapias más agresivas; aunque me temo que la desaparición de un virus no implica la destrucción de la cepa y, como dice Bastenier, vamos a tener Wikileaks para rato.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Freedom
Los energúmenos del Tea Party americano han criticado a Obama por haber leído Freedom, la última novela de Jonathan Franzen.
Este tipo nacido en Chicago, criado en San Luis y habitante del Upper East Side Neoyorquino describe, con la precisión de los Story Tellers de Hollywood, la suerte de unos personajes circunscritos a la clase media estadounidense, aunque esta sea tan amplia como para albergar desde ultraconservadores hasta potenciales revolucionarios, y depositaria, además, de esa libertad que reclama el fenómeno populista.
En el libro aparecen barrios parecidos a Wisteria lane, familias parecidas a esas que, tan sarcásticamente, retratan los guionistas de la Fox en series como Mujeres desesperadas o Modern Family; pero aquí no se puede culpar a la sexualidad de Marc Cherry del vitriolo vertido sobre la heteronormativa: Franzen es un Straight Citizen constatando la descomposición de su sociedad más allá de sus preferencias sexuales.
Si le perdonamos la incapacidad de desvincularse del trauma post 9/11, o la única forma posible de Happy Ending (love always tear us apart, but not forever), resulta una novela más instructiva que un tratado sociológico; como la Bovary o los Karamazov para sus respectivos lugares y países.
Las enseñanzas, aun, son extrapolables al resto de occidente, de modo que aquí, en España, podemos encontrar el mismo enconamiento frente al rival político, la misma dificultad para ser auto indulgentes, o limitar la auto indulgencia cuando al fin la conseguimos. Y, por supuesto, el estupor: el pasmo de todo el mundo frente a lo que ocurre y no comprendemos ( nosotros, que nos creemos divinos, ya no somos capaces de soportar la ignorancia o la incertidumbre).
Los grandes narradores no construyen caracteres malos ni buenos. Los buenos autores no juzgan a sus personajes, pero lo hacen severamente con sus acciones; y eso, es lo que no soportan los del Tea Party ( o los del Café Guateque): que no se puedan ir de rositas, en nombre de su sacrosanta libertad.
jueves, 21 de octubre de 2010
HTML 5
La quinta versión del lenguaje HTML, empleado para crear páginas web, será, según los expertos, la nueva red: “Va a cambiar todo lo relacionado con Internet y su uso”, he leído en algún sitio. No me cabe la menor duda; pero también es cierto que, entre esos cambios, habrá muchas más posibilidades para comerciantes y publicistas de rastrear nuestras costumbres y actividades. Es decir, un nuevo palo a nuestra ya precaria privacidad. Podría parecer que solo hay dos caminos para evitar ser espiados: Dejarse atrapar en las redes de los negociantes (cuando no en las de gente con intenciones aun más espurias) o huir del ciberespacio; pero no. Existe una tercera vía.
Para explicárosla, he de modificar primero la famosa aseveración Hamletiana: Ser…ecléctico o no ser, esa es la cuestión. Si puedes degustar unos huevos fritos con patatas, con la misma fruición que un Maki de erizo.
Si puedes deleitarte con Mozart, tanto como con Paul van Dyk, o si puedes entender igual a Proust que a Chuck Palahniuk…¡Estas salvado!
En primer lugar no vas a tener sitio, ni ganas de acumular semejante cantidad de archivos (receta del makis de erizo incluida), de modo que tendrás que acostúmbrate a la cultura streaming. Como te habrás curtido mientras todo el mundo te recrimina tu falta de personalidad, te habrás armado de paciencia, y podrás soportar sin problemas los anuncios que interrumpan tus versiones gratis de las aplicaciones. Por último, como parece ser que ni el tribunal de justicia europeo nos va a librar del famoso canon digital (aunque hayan liberado a las empresas, en un alarde más de justa injusticia), vas a tener que seguir haciéndole la señal obscena con el dedo medio a Tedy Bautista y sus secuaces ( y de paso a todos los fabricantes de Hardware que no quieren ni oír hablar de decrecimiento, y nos siguen creando necesidades cada 30 segundos), y pasar de comprar nada…En fin, vas a poder seguir en el éter sin sentirte acechado, vigilado, mangoneado. Para ser libre habrás de ser culto, como ya sabíamos.
Para explicárosla, he de modificar primero la famosa aseveración Hamletiana: Ser…ecléctico o no ser, esa es la cuestión. Si puedes degustar unos huevos fritos con patatas, con la misma fruición que un Maki de erizo.
Si puedes deleitarte con Mozart, tanto como con Paul van Dyk, o si puedes entender igual a Proust que a Chuck Palahniuk…¡Estas salvado!
En primer lugar no vas a tener sitio, ni ganas de acumular semejante cantidad de archivos (receta del makis de erizo incluida), de modo que tendrás que acostúmbrate a la cultura streaming. Como te habrás curtido mientras todo el mundo te recrimina tu falta de personalidad, te habrás armado de paciencia, y podrás soportar sin problemas los anuncios que interrumpan tus versiones gratis de las aplicaciones. Por último, como parece ser que ni el tribunal de justicia europeo nos va a librar del famoso canon digital (aunque hayan liberado a las empresas, en un alarde más de justa injusticia), vas a tener que seguir haciéndole la señal obscena con el dedo medio a Tedy Bautista y sus secuaces ( y de paso a todos los fabricantes de Hardware que no quieren ni oír hablar de decrecimiento, y nos siguen creando necesidades cada 30 segundos), y pasar de comprar nada…En fin, vas a poder seguir en el éter sin sentirte acechado, vigilado, mangoneado. Para ser libre habrás de ser culto, como ya sabíamos.
jueves, 14 de octubre de 2010
El Tesoro
Hay algunos textos que no pueden leerse sin red; y no por el vértigo que produce la distancia entre lo narrado y el presente, sino por la necesidad de un ordenador cerca durante su lectura. Es el caso de la Historia del DJ (2) desde el House hasta la actualidad; la 2ª parte de una obra más extensa cuyo principio ha sido ya reseñado aquí. Con las herramientas de Internet 2.0 aumenta el placer producido por los libros sobre música. Los vínculos a Youtube o Spotify te permiten escuchar todo aquello que, de otra forma, te dejaría con la miel en la boca (o a las puertas de algún mítico club).
En el verano de 1995 tenía 39 años; lo suficientemente mayor y bastante joven, sin embargo. La edad ideal para conocer Berlín y El Tresor.
Este sitio, abierto a principios de 1991 y situado a 5 metros bajo tierra, en la cámara acorazada de un bombardeado gran almacén, se encontraba muy cerca del bunker de Hitler. Mis amigos berlineses me lo mostraron con el mismo espíritu ciceroniano que utilizaron en el Check Point Charlie o en el busto de Nefertitis. La diferencia radicaba en la intervención del MDMA, sin la cual no hubiese apreciado el aura zippie (hippies high-tech) de aquella noche, ni me hubiese sumergido en el hard trance de la época, tan lejos (y tan cerca) de mi currículum bailarín.
Sobre el club, toda una institución en la ciudad, existe una extensa documentación en Youtube; incluida la noche del cierre de la antigua sede y la reapertura, en olor de multitudes, un poco más tarde.
En el verano de 1995 tenía 39 años; lo suficientemente mayor y bastante joven, sin embargo. La edad ideal para conocer Berlín y El Tresor.
Este sitio, abierto a principios de 1991 y situado a 5 metros bajo tierra, en la cámara acorazada de un bombardeado gran almacén, se encontraba muy cerca del bunker de Hitler. Mis amigos berlineses me lo mostraron con el mismo espíritu ciceroniano que utilizaron en el Check Point Charlie o en el busto de Nefertitis. La diferencia radicaba en la intervención del MDMA, sin la cual no hubiese apreciado el aura zippie (hippies high-tech) de aquella noche, ni me hubiese sumergido en el hard trance de la época, tan lejos (y tan cerca) de mi currículum bailarín.
Sobre el club, toda una institución en la ciudad, existe una extensa documentación en Youtube; incluida la noche del cierre de la antigua sede y la reapertura, en olor de multitudes, un poco más tarde.
viernes, 1 de octubre de 2010
Otoño
Si este humilde columnista hubiera sido antes y real, habría escrito en papel y aunque, olvidando la modestia, hubiese sido herido por Calíope, Erato, Melpómene y Talía (a partes iguales), habría tenido más difícil trasmitir con precisión lo que surge de sus dedos. Sin embargo, ahora, puede hacer partícipe al lector de su inspiración. Solo tiene que incluir enlaces en el hipertexto.
Hay quien afirma que así ya nadie es libre de imaginar, pero yo siempre he preferido la información a la conjetura. Por ejemplo: ¿Cómo leen la misma partitura batutas diferentes?
Tomemos el Vals triste de Sibelius; esa pieza que resulta ser un score para el otoño, y de la cual me enamoré en el cine (como en tantas otras ocasiones): Exactamente cuando la condesa Sobryanski increpa al doctor Vando porque la orquesta interpreta el vals, una y otra vez, en el funeral de Fedora. En aquel palacete parisino suena una versión de tempo lento, donde las notas rezuman del entramado armónico.
Pero hay otras versiones que, sin olvidar su carácter elegiaco, resultan vivificantes, como la tibieza que precede al invierno o el colorido rampante de los bosques.
Yo, por mi parte, apuesto por el tempo justo; el pulso impasible de la última estación.
Hay quien afirma que así ya nadie es libre de imaginar, pero yo siempre he preferido la información a la conjetura. Por ejemplo: ¿Cómo leen la misma partitura batutas diferentes?
Tomemos el Vals triste de Sibelius; esa pieza que resulta ser un score para el otoño, y de la cual me enamoré en el cine (como en tantas otras ocasiones): Exactamente cuando la condesa Sobryanski increpa al doctor Vando porque la orquesta interpreta el vals, una y otra vez, en el funeral de Fedora. En aquel palacete parisino suena una versión de tempo lento, donde las notas rezuman del entramado armónico.
Pero hay otras versiones que, sin olvidar su carácter elegiaco, resultan vivificantes, como la tibieza que precede al invierno o el colorido rampante de los bosques.
Yo, por mi parte, apuesto por el tempo justo; el pulso impasible de la última estación.
viernes, 6 de agosto de 2010
sábado, 24 de julio de 2010
Hoy, no.
Hoy no me voy a hacer preguntas, solo extrañas aseveraciones.
Si el pasado ya no existe y el futuro no existe todavía, es al presente al que nos tenemos que atener. Este presente contenido en tantas imágenes pasadas y deseado en tantos momentos futuros. Esta siesta del largo y cálido verano, como reza en tantas citas pasadas, presentes y futuras. Esta luz procedente del pasado que ilumina mi presente anhelante de futuro (¡Nadie es perfecto, que diría Billy Wilder!).
Los días del futuro pasado, que dirían los Moody Blues, llenan nuestro presente, afortunadamente; porque no hay mayor fortuna que una memoria repleta de buenos recuerdos, un presente repleto de buena fortuna, y un futuro repleto de si mismo.
viernes, 16 de julio de 2010
Frustración
Lo que yo hubiese dado por estar en la piel del personaje que interpreta Patrick Fugit ; ese jovenzuelo que tararea Tiny Dancer junto a Drew Barrymore.
Para los que no hayan visto la peli (Almost Famous), sepan que se trata de un adolescente cubriendo, para Rolling Stone, la gira de una banda de rock, en la cima de su fama, hacia 1972 (exactamente cuando yo era, también, un adolescente que hubiese dado cualquier cosa por cubrir para ¿Disco Express? La gira de una banda de rock en la cima de su fama). Estoy admitiendo, aun consciente de su inutilidad, una de mis mayores frustraciones.
Frustrarse es, de hecho, uno de los verbos más nocivos que podemos utilizar, porque como la envidia (excelsa toxina) carece de antídoto. Por eso me olvido de lo que pudo haber sido y no fue, y me ocupo de algo que si existió sin ninguna duda. El primer corte de “Madman Across the Water” de Elton John, sonando en los altavoces del coche de mi padre, mientras conducía una inolvidable tarde de verano, rodeado de amigos inolvidables. El vello erizado acredita la buena memoria.
lunes, 12 de julio de 2010
Abducción
He amanecido fatal de la minoría. En realidad me viene dando la lata desde que comenzó el mundial de Sudáfrica, y solo tuve un atisbo de mejoría cuando me descubrí “disfrutando” del partido de semifinales contra Alemania. Pero fue un espejismo, porque ayer, cuando comprobé que mi televisor (en este rinconcito costero) no sintonizaba Tele 5, justo cuando empezaba el partido, no sentí el más mínimo enfado; es más, casi me alegré de poder cambiarlo (el partido) por otro programa más interesante. En realidad, la dolencia se manifiesta solo frente a la televisión, porque las banderas inertes que decoran los balcones del pueblo parecen lamentarse con una pregunta: ¿Y ahora qué?
Los telediarios, hoy, me hacen el mismo efecto que un chute de Dacortín a un alérgico a los corticoides: No existen otras informaciones que no sean las relativas a la abducción popular por el fervor futbolero; incluso los ministros se prestan, sin el más mínimo pudor, al obsceno juego del secuestro de voluntades. Cuando veo tratar el campeonato mundial de futbol con honores otras veces reservados a gestas magníficas, comprendo el descaro de las élites sin ética que nos dominan, y pierdo la esperanza de sobrevivir a su perverso plan: ¡Ande yo caliente y ríase la gente!
sábado, 10 de julio de 2010
En su sitio
En 1976, durante los 4 meses que duró mi militancia en el PSOE, participé en la organización de un homenaje a Rafael Alberti; entonces adalid brillante de la apenas vislumbrada democracia, y hoy un personaje puesto, sencillamente, en su sitio. Yo no voy a entrar (sería osado por mi parte) en la polémica sobre los valores poéticos o las habilidades políticas de este señor. Me limitaré a recordar lo que se comentaba en cierto pueblo del sur de Córdoba sobre el homenaje que se le ofreció allí, en el calor del clímax de la transición. La gente no entendía por qué había que homenajear a alguien que, durante su corta estancia en el pueblo para curarse de una afección pulmonar, en casa de su cuñado notario (una fuerza viva, sin duda; recordemos que corría 1924), había mantenido una actitud que podría resumirse como altanera (en un podio intelectual y social que poco tiene que ver con el pueblo). Los progres al uso, es decir, aquellos que todavía no son capaces de cambiar el concepto de progreso por vagancia intelectual, solo escuchaban los cantos de sirenas procedentes de Paris, o de un pasado remoto, cargado de rencor y veneno; de modo que les era indiferente la opinión de los viejos del lugar: aquel poeta era un exiliado de oro de la república, y un símbolo valiosísimo para restaurar la democracia.
Afortunadamente, el tiempo inexorable (que no se deja vencer con ruegos) pone a todo el mundo en su sitio. A este señor, concretamente, en los salones de la burguesía rural (a la que gustaba machacar con sus disquisiciones teóricas sobre marxismo, mientras merendaba opíparamente) o en las tabernas populares donde miraba por encima del hombro a tanto patán. El homenaje, de todos modos, sirvió para arengar a la gente sobre el advenimiento de la democracia, esa misma democracia que ahora está a la espera de ser colocada en su sitio por el titán Kronos.
domingo, 4 de julio de 2010
Quemando rastrojos
Acabo de leer una columna de Arturo Pérez Reverte, para el XL Semanal de ABC, verdaderamente incendiaria; pero, qué coño, ya es hora de ir quemando rastrojos. Su habitual patriotismo antipatriótico, aparente contradicción que fluye perfectamente de la pluma de este hombre, estaba inflamadísimo; hasta el extremo de recurrir a la consabida “era broma” cuando su ira podría llegar a ser intolerable. De todos modos, cuando llega al clímax de sus argumentos contra nuestra clase política contemporánea, no le falta razón: Critica la utilización en el senado de las diversas lenguas oficiales, con traducción simultánea y pinganillo; y lo llama “el mayor homenaje a nuestra imbecilidad nacional”…No me resisto a citarlo literalmente:
“…Un andaluz medio analfabeto, presidente autonómico, hablaba con torpeza en catalán mientras otro andaluz, casi tan analfabeto como él, vicepresidente tercero del gobierno, escuchaba mediante un auricular la disparatada traducción a una lengua, el castellano, que ambos conocían-decir dominaban es excesivo- casi perfectamente. Y mientras, en sus bancos, encantados de estar allí, los cómplices de esos dos sujetos aplaudían.”
Obviando el exceso de llamar analfabetos a los protagonistas de la farsa, no me dirán que no ha bordado el cuadro (costumbrista) de la nueva España de charanga y pandereta; ¿o sería mejor decir de rap y percusión digital, para adaptarnos al país ultramoderno que intenta vendernos La Pajín, por ejemplo; sin percatarse de que solo vende “tendencias”, en el mismo sentido que tiene esa palabra-icono de sus denostados enemigos los pijos: algo vacío, efímero y ridículo, que se derrumba estrepitosamente con el soplido del viento que rola.
“…Un andaluz medio analfabeto, presidente autonómico, hablaba con torpeza en catalán mientras otro andaluz, casi tan analfabeto como él, vicepresidente tercero del gobierno, escuchaba mediante un auricular la disparatada traducción a una lengua, el castellano, que ambos conocían-decir dominaban es excesivo- casi perfectamente. Y mientras, en sus bancos, encantados de estar allí, los cómplices de esos dos sujetos aplaudían.”
Obviando el exceso de llamar analfabetos a los protagonistas de la farsa, no me dirán que no ha bordado el cuadro (costumbrista) de la nueva España de charanga y pandereta; ¿o sería mejor decir de rap y percusión digital, para adaptarnos al país ultramoderno que intenta vendernos La Pajín, por ejemplo; sin percatarse de que solo vende “tendencias”, en el mismo sentido que tiene esa palabra-icono de sus denostados enemigos los pijos: algo vacío, efímero y ridículo, que se derrumba estrepitosamente con el soplido del viento que rola.
lunes, 28 de junio de 2010
Al pelo
Compruebo, con entusiasmo, como se aborda la teoría del decrecimiento cada vez más en serio; como podría convertirse en lo único que crece en el desierto ideológico contemporáneo; como podría ser una rendija de luz al final del túnel. Sin embargo, mucha gente sabía de la existencia de esa puerta. Los visionarios eran una vieja tribu contracultural: los hippies.
En agosto de 2008, en los albores de la presente crisis, escribí una entradilla que viene al pelo en un contexto de objeción al crecimiento: concepto clave de la vanguardia política actual. Ellos no sabían cómo acometerlo; nosotros vamos teniendo una ligera idea.
martes, 22 de junio de 2010
Sin dolor no hay gloria
Experiencia inolvidable es una expresión tan manida como contundente, pero muy útil para expresar mi estado de ánimo. A la vuelta de la Vía Láctea he comprendido que la gloria, estampada en las camisetas de recuerdo o en el pórtico de entrada a la catedral, es tan real como el dolor que provoca la tendinitis en las piernas de los asombrados peregrinos que, procedentes de todo el mundo, desembocan en la Plaza del Obradoiro. ¿Cómo se puede olvidar haber vuelto a tener treinta años, aunque solo sea por quince días? ¡Y con el bagaje de los cincuenta y tantos intacto!
La última vez que me asomé aquí, lo hice desde algún lugar de las montañas astures, mientras se me derretía el cielo sobre la capa pluvial. Describía entonces a los insólitos personajes que, como en la vida misma, habían ido apareciendo y desapareciendo a lo largo del camino. Ahora le toca el turno a aquellos que, como en la vida misma también, te acompañan hasta el final: La ovetense que vi el primer día, pero no conocí hasta el tercero, dejándome una huella indeleble. La políglota berlinesa con su dulce francés. El riojano andarín, que vivía al borde mismo del camino. El estudiante milanés, brillante dicharachero. El juez muniqués más generoso del mundo. El madrileño de las rodillas dolientes que soñaba con la meta; y el valenciano, colega de profesión y de risas. A todos ellos les debo dos semanas que siempre voy a contar entre las mejores de mi vida, y yo espero quedarme tambien en algún apacible rincón de sus memorias por mucho tiempo.
jueves, 10 de junio de 2010
En el Camino
Atrapado en medio del 2º diluvio universal. Ha empezado en Asturias, como la reconquista, y a mi me ha pillado sin arca. Por no tener, no tengo ni paraguas, ¡con lo que ocupa en una mochila!.
En medio del Camino, ya he conocido a peregrinos modelo, de los que vienen ataviados del medievo y dispuestos a extenuarse. Mathieu, un bretón andarín, que se dice dispuesto a bajar hasta Lisboa, tras alcanzar Compostela, y después volver "parriba" por el portugués ¡una máquina!. Andrew, un californiano que se va enterar que es eso que nunca cae al sur de California. María, una abuelita vasca que parece una adolescente. En fin, que empiezo a creer en la mística sanatoria de la vieja peregrinación. Lo cierto es que me lo estoy pasando como los indios...¡Y hablando de indios! se me olvidaba otro francés que apareció hace un par de días, asegurándonos que iba a darle la vuelta al mundo a pie, antes de ingresar en la legión extranjera, que él consideraba la española, claro, de la misma manera que nosotros pensamos que es la francesa. Habría que preguntarle a Gary Cooper, cuando arrastraba por el Sahara a Marlene Dietrich y una cabra. ¡ Hablando de cabras !..A buen entendedor pocas palabras bastan.
En medio del Camino, ya he conocido a peregrinos modelo, de los que vienen ataviados del medievo y dispuestos a extenuarse. Mathieu, un bretón andarín, que se dice dispuesto a bajar hasta Lisboa, tras alcanzar Compostela, y después volver "parriba" por el portugués ¡una máquina!. Andrew, un californiano que se va enterar que es eso que nunca cae al sur de California. María, una abuelita vasca que parece una adolescente. En fin, que empiezo a creer en la mística sanatoria de la vieja peregrinación. Lo cierto es que me lo estoy pasando como los indios...¡Y hablando de indios! se me olvidaba otro francés que apareció hace un par de días, asegurándonos que iba a darle la vuelta al mundo a pie, antes de ingresar en la legión extranjera, que él consideraba la española, claro, de la misma manera que nosotros pensamos que es la francesa. Habría que preguntarle a Gary Cooper, cuando arrastraba por el Sahara a Marlene Dietrich y una cabra. ¡ Hablando de cabras !..A buen entendedor pocas palabras bastan.
viernes, 28 de mayo de 2010
Surreal
Me voy a recorrer los 350 Km. que separan Oviedo de Santiago de Compostela a pie. Me voy a hacer el famoso Camino de Santiago: Una conducta del siglo IX en el XXI. Sin actitud legionaria (la parte mística y expiatoria de la peregrinación), pero consciente de la enseñanza que puedo sacar, la gesta me excita. ¿He vivido alguna vez, durante 15 días, con lo mínimo estrictamente necesario? No. No puedo negar que me atrae este reto. La recompensa es acceder a un club al que pertenecen algunos de mis amigos, y que voy a denominar ascético/hedonista, porque sus miembros son capaces de disfrutar con una actitud frugal y espartana. Su austeridad no tiene nada que ver con el masoquismo, aunque alguno encuentre particularmente atractivo el ejercicio físico extenuante. Más bien se trata de un entrenamiento anti-alienación; entendiendo por alienación cualquiera de las acepciones que nos ofrece el DRAE, y por entrenamiento un ejercicio preparatorio. Es decir ¡Que fantástico resulta poder vivir en casi cualquier sitio, y casi con cualquier cosa, entre tanta necesidad creada e impuesta!
Cierro este sitio, temporalmente; pero antes voy a presumir aún más de amigos. Ahora le toca el turno a uno, eterno, que resulta ser un magnífico pintor surrealista y, sin embargo, no está interesado en exponer su obra. Yo he obtenido su permiso para colgar aquí la fotografía de su última obra (a día de hoy. Espero que haya muchas posteriores). La suya también es una rebeldía y un entrenamiento anti-alienación, además de una lección a tanto diletante que anda suelto.
sábado, 22 de mayo de 2010
Simple
38 años antes de que Pachelbel escribiera su famoso canon, destinado a convertirse en la pieza más reutilizada en la música popular contemporánea, compuso Claudio Monteverdi su última ópera: L’incoronazione di Poppea. En ella se canta el dúo de amor más famoso de todo el siglo XVII, una preciosa melodía a la que (sin ánimo de acusar a Pachelbel de plagio) no fue indiferente el gran músico del barroco alemán. Esto demuestra 1º.- Que en el siglo XVII ya existía el Top of the Pops, y 2º.- Que una estructura tan simple como un ostinato en la línea de bajo de dos compases, es capaz de embelesar a muchísima gente durante muchísimo tiempo, algo digno de la más compleja reflexión sobre el poder de la simplicidad.
miércoles, 12 de mayo de 2010
TREME
El segundo capítulo de Treme me confirma lo buena que es la nueva entrega del creador de The Wire. Esta vez, David Simon, se ha ido a Nueva Orleans, solo unos meses después del Katrina, y empapa la trama de música (como no podía ser de otra manera): Músicos de Jazz, DJ’s, Bandas de funerales y estrellas de rock a la caza de talentos anónimos.
Me acuerdo de mi única visita a esa ciudad cumpliendo un ritual que aparece en este segundo capítulo: Nosotros, los visitantes, preguntando por algún sitio donde escuchar buena música de Jazz; a ser posible fuera del French Quarter. Bourbon Street está, efectivamente, llena de turistas paletos (americanos) que persiguen una noche similar a la que podrían disfrutar en Salou (por ejemplo), solo que amenizada por alguna banda de Dixie interpretando When the Saints Go Marching in.
Sin embargo hay, o había, muchos garitos en Nueva Orleans donde se puede escuchar música popular norteamericana de altísima calidad (lo que excluye el country) hecha por vecinos. Eso lo debe de tener claro Elvis Costello, quien parece que no se va a limitar a un cameo en la serie, sino que va a tener un papelito (pequeño, por ahora).
El ambiente general de la producción es tan real, y tan cinematográfico a la vez, como lo era el de las desventuras de policías y otros malvados en las calles de Baltimore; incluso podemos ver a Wendell Pierce y Clarke Peters, convertidos en otros personajes que nada tienen que ver con los cínicos polis de La Escucha, pero igual de cercanos a los miles de habitantes de la ciudad que deberán reconstruir sus vidas después de la gran tormenta.
Seguimos asistiendo, creo yo, al mejor cine del siglo XXI…hecho para la tele.
martes, 4 de mayo de 2010
Alas en los pies
Todos los que, alguna vez, habéis sido bailongos, disfrutareis leyendo “La historia del DJ”, de Frank Broughton y Bill Brewster.
El libro lleva el subtítulo de “Anoche un DJ salvó mi vida” que, además de ser el título de uno de los discos de música de baile más vendidos de todos los tiempos, es una declaración de principios…o, más bien, de finales: Los finales (afortunadamente felices) de tantas noches desquiciadas.
A las tantas de la madrugada, solía estar claro que ya no ibas a ligar por muchos más narcóticos que consumieses, de modo que la pista de baile se convertía en la UVI redentora. Cuando empezaban a sonar las primeras notas de tu canción preferida se acababan las penurias y adversidades. De repente, ya fuese en Madrid o en Ibiza, empezabas a comulgar con todos los mods del Norther Soul británico (que bailaban y bailaban para olvidar sus trabajos de mierda) y con todos los gays del Stonewall neoyorquino (que bailaron mucho más, si cabe, después de aquel 21 de Junio de 1969 para celebrar su estampida fuera del armario). Mentiría si digo que me hubiese gustado estar en cualquiera de los templos de estos devotos, porque eso significaría que ahora mismo estaría vegetando en Benidorm, con una generosa pensión del gobierno de su majestad la reina, o criando malvas en Green-Wood; pero haber bailado en el Casino de Wigan o en el Sanctuary de Nueva York son dos medallas cinceladas en el pecho de cualquier bailarín que se precie.
En el Spotify estoy construyendo una Play List con muchas de las joyas que se citan en el libro, especialmente del periodo más ligero de mis pies (ya bien cansados, por cierto): Maravillas que, mezcladas sin dubs ni efectos de ninguna clase, son la base de la enorme cultura de club generada desde entonces. Me gustaría compartirla con todos vosotros, pero eso solo es posible si disponéis de este servicio de música digital.
Desde aquí os recomiendo el libro, porque va a devolveros a la gloria de aquellas noches, de las de cada uno en particular cuando (estoy seguro) un DJ os salvó la vida.
El libro lleva el subtítulo de “Anoche un DJ salvó mi vida” que, además de ser el título de uno de los discos de música de baile más vendidos de todos los tiempos, es una declaración de principios…o, más bien, de finales: Los finales (afortunadamente felices) de tantas noches desquiciadas.
A las tantas de la madrugada, solía estar claro que ya no ibas a ligar por muchos más narcóticos que consumieses, de modo que la pista de baile se convertía en la UVI redentora. Cuando empezaban a sonar las primeras notas de tu canción preferida se acababan las penurias y adversidades. De repente, ya fuese en Madrid o en Ibiza, empezabas a comulgar con todos los mods del Norther Soul británico (que bailaban y bailaban para olvidar sus trabajos de mierda) y con todos los gays del Stonewall neoyorquino (que bailaron mucho más, si cabe, después de aquel 21 de Junio de 1969 para celebrar su estampida fuera del armario). Mentiría si digo que me hubiese gustado estar en cualquiera de los templos de estos devotos, porque eso significaría que ahora mismo estaría vegetando en Benidorm, con una generosa pensión del gobierno de su majestad la reina, o criando malvas en Green-Wood; pero haber bailado en el Casino de Wigan o en el Sanctuary de Nueva York son dos medallas cinceladas en el pecho de cualquier bailarín que se precie.
En el Spotify estoy construyendo una Play List con muchas de las joyas que se citan en el libro, especialmente del periodo más ligero de mis pies (ya bien cansados, por cierto): Maravillas que, mezcladas sin dubs ni efectos de ninguna clase, son la base de la enorme cultura de club generada desde entonces. Me gustaría compartirla con todos vosotros, pero eso solo es posible si disponéis de este servicio de música digital.
Desde aquí os recomiendo el libro, porque va a devolveros a la gloria de aquellas noches, de las de cada uno en particular cuando (estoy seguro) un DJ os salvó la vida.
jueves, 29 de abril de 2010
Lodo
Paseando por Las Alpujarras del este granadino, las mismas de la guerra entre cristianos y moriscos, encuentro los destrozos de las lluvias del invierno; lodazales arrastrando los bancales de cultivo y las acequias de regadío; metáforas elementales de nuestra pregonada idiosincrasia. De aquellos polvos estos lodos: El lodo de los pañuelos en la cabeza de niñas enconadas, el barro de las transiciones imperfectas, el fango de los políticos corruptos, el cieno de los gobernantes inútiles, el limo de los nuevos ricos empobrecidos de repente, el légamo de la tirria (no es una errata) acumulada.
¿Hasta cuándo? Da la impresión de que, más allá de idiosincrasias particulares, todo el planeta se posiciona en dos polos enfrentados: Uno, equivocado, considera que no podemos desviarnos ni un milímetro del camino a la debacle (esperando que los nuevos dioses financieros nos ofrezcan una honrosa salida); el otro, desconcertado, espera que la providencia ejerza su poder y nos saque del atolladero. Entretanto, ninguno da su brazo a torcer (faltaría más, no sea que la fractura nos deje tullidos) y sabe, perfectamente, hacia donde nos dirigimos en realidad (todos hemos visto La Guerra de las Galaxias)…Y no es precisamente a la conquista del espacio, sino a la implosión de la libertad para poder sobrevivir. ¿Es posible una moneda mundial, y una autoridad mundial, sin un aparato coercitivo mundial?. No. ¡Que miedo!
¿Hasta cuándo? Da la impresión de que, más allá de idiosincrasias particulares, todo el planeta se posiciona en dos polos enfrentados: Uno, equivocado, considera que no podemos desviarnos ni un milímetro del camino a la debacle (esperando que los nuevos dioses financieros nos ofrezcan una honrosa salida); el otro, desconcertado, espera que la providencia ejerza su poder y nos saque del atolladero. Entretanto, ninguno da su brazo a torcer (faltaría más, no sea que la fractura nos deje tullidos) y sabe, perfectamente, hacia donde nos dirigimos en realidad (todos hemos visto La Guerra de las Galaxias)…Y no es precisamente a la conquista del espacio, sino a la implosión de la libertad para poder sobrevivir. ¿Es posible una moneda mundial, y una autoridad mundial, sin un aparato coercitivo mundial?. No. ¡Que miedo!
sábado, 17 de abril de 2010
Cenizas
Sospecho que son las cenizas de Ícaro las que ensombrecen los cielos de Europa estos días, pero aun más ensombrecen los planes de los nuevos Ícaros, que ahora ya no son solo hombres curiosos, fascinados por la luz del sol, sino miles de asombrados pasajeros: gente como usted y como yo que consideran un derecho inalienable volar como los pájaros. En algún lugar tenían que estar los restos de aquella combustión, y mire usted por dónde estaban en las entrañas de la tierra.
No hace falta ser mitólogo (ni psicoterapeuta) para desentrañar el mensaje del eructo volcánico: ¡Tenéis problemas con la digestión del mundo ¡¿Cuántos hombres habrán usado la famosa metáfora para expresar su disposición a la conquista del poder? Desde la civilización Cretense, muchísimos, demasiados.
Cada vez que buscamos una solución al deterioro del planeta pensamos en el transporte: Es el mayor anhelo cumplido del ser humano, la libertad de movimiento, pero también es el mayor causante de problemas de toda índole; desde las invasiones bárbaras a la contaminación atmosférica. Los defensores de la regresión (a estados anteriores de progreso) como única salida a la situación actual, son conscientes de la dificultad de convencer al mundo entero para que renuncie al viaje pero, a juzgar por los acontecimientos, no nos va a quedar más remedio que plantear la maldita pregunta: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Tampoco estaría tan mal una vida alrededor del terruño (al final van a tener razón los nacionalistas); a condición, claro está, de que todos los terruños de la tierra fuesen habitables (cuerno de África incluido, por ejemplo), y nadie necesitara huir de su parcela para sobrevivir. Tendríamos que dedicarnos, por gónadas, a lo verdaderamente importante (que todos sabemos lo que es), olvidándonos de las cerezas fuera de temporada o los interfaces cutáneos de la próxima generación de juguetitos (Sí. Ayer oí hablar, por primera vez con posibilidades de futuro, del interfaz cutáneo). Un representante de Microsoft confía en encontrar, en breve, aplicaciones comerciales a lo que puede ser la próxima revolución informática: utilizar nuestra propia piel como control remoto. Ya conocíamos cierta chaqueta con los controles del I Pod grabados en la manga: Hermenegildo Zegna ha repujado las flechitas del play, del rewind y el fastforward en el puño de uno de sus diseños impecables; pero la piel de esa prenda está muerta, mientras que la nuestra esta profusamente irrigada e inervada. No sé yo como se van a llevar nuestro sistema nervioso y su rival electrónico, ni como van a convivir los hematíes con el silicio y las dendritas a golpe de bits.
Cualquier día, y recurriendo otra vez a la tragedia-ficción, nos sale Godzilla por el cordón umbilical (tras la estela del 8º pasajero) y ahí sí que se nos va a cortar la digestión definitivamente.
viernes, 9 de abril de 2010
Gürtel
Perdonen si insisto en nuestros antepasados avícolas, pero es que cada día tengo más evidencias. Ya sé que carroñeros hay también entre los mamíferos y, probablemente, los reptiles no sean reacios a la segunda mano, es decir, a utilizar los restos que haya dejado (tras saciarse) algún otro animal.
La desclasificación del sumario Gürtel no es, ni más ni menos, que un preciso movimiento de cámara en vertical, por las patas de la mesa, hasta mostrar a los ahítos comensales que dejaron el suelo perdidito de migas: todas esas migas que se embuchó (exactamente) la clase media española entre la mitad de los años noventa y el 2007. A las palomas o a los gorriones (que, por cierto, están desapareciendo de nuestras ciudades) no les importa lo más mínimo el pantagruélico espectáculo de tanto zampabollos mientras puedan trasegar las sobras. Ni ética ni estéticamente les importa la actitud de los glotones (ahí están las encuestas preelectorales para demostrarlo). Es posible que no tengan más medios para segregar los neurotransmisores de la felicidad… que haberlos, haylos.
sábado, 3 de abril de 2010
Casualidad
Puede parecer una provocación, pero solo es una casualidad. No tengo intención de escribir sobre curas pederastas. No pienso responder a la pregunta que nos hace la iglesia católica: ¿Por qué este ensañamiento con nosotros cuando, en muchas otras instituciones, hay también esta clase de delitos? No pienso contarles como destrozaron la estabilidad sexual, y por ende sentimental, de tanta gente durante tantas generaciones. No pienso zarandearlos para que reaccionen, de una puta vez, y admitan que la castidad no es más que la prueba suprema de fuerza de voluntad, puesta en práctica desde tiempos ancestrales, para demostrar el liderazgo en las comunidades humanas. NO,
Solo quiero corroborar cuan Stonianos son Bobby Gillespie y su banda.
Como habéis podido comprobar en este magnífico Mush Up, si los ingenieros de la Decca hubiesen tenido el Loaded de la Primal Scream, aquella primavera tardía de 1968, no hubiesen necesitado la base instrumental de la pieza que habría el Banquete de pobres de los Rolling Stones.
miércoles, 24 de marzo de 2010
Bitácora
Este lugar nunca tuvo vocación de diario porque odio la extimidad, ese cariz exhibicionista que no puede ocultar la supuesta bondad de las llamadas redes sociales. ¿Redes para pescar incautos?
Estoy convencido de que escribiría más y mejor si ni siquiera me conocieran los pocos que saben quién soy, porque el anonimato proporciona la ilusión de expresarse sin consecuencias, como quisiera un prudente o un cobarde. De todas formas, en los próximos meses voy a crear una etiqueta nueva: Bitácora. La bitácora de una travesía, por supuesto: Oviedo-Santiago de Compostela a pie.
Exactamente. El famoso camino de Santiago en su versión primitiva; aquella que inauguró Alfonso II (el casto) en el siglo IX, para llegar al nuevo lugar de peregrinación que necesitaba la cristiandad tras perder Jerusalén a manos de Saladino. Personalmente no tengo intenciones místicas, aunque no voy a desdeñar la espiritualidad del asunto. Por lo pronto es una travesía mental (la física empezará en Junio), pero ya estoy entrenándome como andarín. Tres caminatas semanales cada vez un poquito más largas… ¡Que paliza ¡
Comprendo que haya quien se tome esta gesta como una especie de legión: una proeza para expiar una culpa, horadar un duelo, hacer una pausa… ¡Que se yo!, pero en el fondo no es más que una excursión a lo bestia por parajes preciosos, y con una meta magnífica, de nombre tan evocador como el pórtico de la gloria. Salud
jueves, 18 de marzo de 2010
Imagen y palabras
La foto, que publica el diario El País, del balcón del ayuntamiento de Valencia no tiene desperdicio. El buen hacer de sus fotógrafos capta siempre el epicentro de las situaciones. Por supuesto, cuando se masca la tensión en una escena, suele mascarse el tiempo suficiente para que cualquiera pueda retratarla sin ser precisamente un lince (animal veloz donde los haya); pero un fotógrafo excelente dispara justo en el momento preciso. La instantánea que aparece publicada en la página 19 del diario es un gran ejemplo: Aunque el dedo de Rita Barberá hubiese estado mucho tiempo en sus labios, tratando de ocultar la mala educación de sus parroquianos, de la cual ella es bastante responsable; la caída de los párpados de María Teresa Fernández de la Vega, subrayando su gesto adusto, habría sido más rápida. La carita rechoncha de la minifallera, a la derecha, refleja la muchedumbre vocinglera que abuchea a quien se ve en la obligación de ponerlos en su sitio. “ Ustedes han vivido por encima de sus posibilidades, aceptando el festín de migas que caían de la mesa de los poderosos, sin preguntarse el origen de las viandas”; parece decirles la vicepresidenta.
Como la fotografía es muda, yo he sacado la varita mágica de su estuche y la he acercado al periódico.
- ¡ Mamelucos!. Como vamos a ganar las próximas elecciones con la fauna (o la flora, si atendemos a la letra de la conocidísima canción de Agustín Lara) de este país. (Fernández de la Vega, sin pensar ni por un solo momento en lo mal que lo estan haciendo ella y su gobierno)
miércoles, 10 de marzo de 2010
Ras le bol de la pluie
Hace tiempo que quería leer a Enrique Vila-Matas. Me llegaba el eco difuso de su obra, donde se mezclaban la novela y el ensayo en clave autobiográfica; trozos de la vida de un escritor puro que utiliza la experiencia para reinventar la realidad. Por fin me hago con un par de títulos que me suenan muy bien: Paris no se acaba nunca y El mal de Montano.
En el primero, el autor recrea su iniciación bohemia a la literatura, por supuesto, en Paris. Una ciudad donde declara haber sido infeliz, a pesar de estar rodeado de celebridades de la época, o de contar con Marguerite Duras como mentora y casera (al menos el narrador vive en una chambre de bonne de la autora de India’s song).
Aunque la razón de su infelicidad resida en su tendencia al existencialismo, como pose obligatoria de un tiempo y un lugar, yo apuesto por otra razón más prosaica: el clima. Porque el secreto mejor guardado de la ciudad de la luz es su grisalla. Yo nunca viví en Paris, pero la frecuenté mucho durante una época, en el ambiente servil (todo hay que decirlo) de la corte a la industria de la moda. Entre periodistas que se creían famosos y famosos que se creían periodistas, recuerdo una ciudad de clima desapacible, capaz de abatir al más pintado. Había días en que todo el mundo parecía ras le bol de la pluie; más o menos como aquí, este invierno.
jueves, 4 de marzo de 2010
Conformarse
Me gusta descansar mi pesada cabeza en una cama de estrellas californianas. Así empiezan Billy Bragg y Wilko esta preciosa canción, a medio camino entre el himno pop y la balada de country moderno. A mí me sirve para reconciliarme con los States.
Esta vez no ha sido la administración republicana, con su tejano bufón a la cabeza, quien me ha cabreado, sino la actitud de un ciudadano norteamericano incapaz de adaptarse a las circunstancias de la vida. Conocí a Mr. Wantycant hace cuatro años, cuando era un bróker metamorfoseado en cooperante solidario y amante del Slow Down.
Después de haber ganado muchísimo dinero en la bolsa neoyorkina, se había instalado en Madrid como funcionario del ACNUR y amante del arte. Seguía una terapia para superar su adicción al alcohol y parecía feliz habiendo abierto los ojos. Ahora, han bastado unas cuantas evidencias de la famosa crisis para sacarlo de quicio y perecer achicharrado en la hoguera de las vanidades. Esta misma mañana, comentaba con un amigo común su incapacidad para conformarse con su nueva realidad… ¡Pero he tenido muchas dificultades para encontrar ese verbo en Ingles! Ellos prefieren to adjust to (adaptarse a), o to agree with (estar de acuerdo con), dejando el to resign (resignarse) para cuando no queda más remedio. No es la primera vez que compruebo, de primera mano, la precisa reflexión que hace la lengua de nuestro pensamiento, pero nunca antes había comprendido lo útil que puede ser cambiar nuestro registro lingüístico para cambiarnos a nosotros mismos; sobre todo cuando somos nuestro peor enemigo.
Espero que Mr. Wantycant pueda, también, descansar su pesada cabeza en cualquier sitio.
miércoles, 24 de febrero de 2010
Bajo escucha
Los supuestos expertos en la materia dicen que el mejor cine del siglo XXI se hace para la televisión; y como ejemplo emblemático ponen alguna que otra serie made in USA: The Wire; una película de trece horas de duración con, hasta la fecha, cuatro secuelas (correspondientes a sus cinco temporadas). Una película con todas las características que la distinguen de una serie y algunas de las que la identifican como tal.
Sus personajes son tan creíbles que pueden parecerse a cualquiera de nosotros: aquellos, claro está, que vivieran en una ciudad tan inconfundiblemente yanqui como Baltimore, y fueran, o bien funcionarios (en el sentido más peyorativo del término) de policía, o bien anduviesen por el lado salvaje de la vida (como dirían Lou Reed y Albert Pla al alimón).
Sus tramas son el resultado de algo tan cotidiano como espantoso: el hecho de que cada cual vaya a lo suyo sin ambages…o con ellos.
Compruebo, sorprendido, que mis hábitos como espectador de televisión no han cambiado demasiado en los últimos 45 años, porque sigo preso de la curiosidad enfermiza que me produce la contemplación de la sociedad norteamericana, a través de sus series. Una sociedad punta de lanza de la decadencia occidental. Esto, dicho así (de sopetón), suena fatal: pedante, manido, vacío; pero no deja de ser descorazonadamente cierto.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Homenaje
Si acudimos a la enciclopedia de los coches clásicos veremos que el Standard Eight, que era el nombre del coche de la foto, fue un medio de transporte muy básico. La austeridad de la postguerra era su principal característica, hasta el punto de carecer de portón para el maletero. Su falta de accesorios era total: no solo no tenía ni siquiera calefacción, sino que su única opción era un segundo parabrisas. No fue un coche muy popular, pues era una idea concebida para competir con el 2CV y el Escarabajo, pero a diferencia de estos, el Eight no tenía carisma. No superaba los 100 Km/h, y podía pasar una eternidad hasta que consiguiera alcanzarlos.
Pero yo lo adoro, porque este humilde cochecito inglés, esta carrocilla sin gracia fue… ¡el coche de mi infancia !
Pero yo lo adoro, porque este humilde cochecito inglés, esta carrocilla sin gracia fue… ¡el coche de mi infancia !
miércoles, 10 de febrero de 2010
Delicias transversales
Disfrutones (aun más, si cabe). En eso nos convierte la red; y el disfrute que de ello se deriva es la mejor prueba. Ahora, al placer que proporcionan los elementos comunes de una buena novela policiaca: Personajes definidos y atractivos, intriga, estructura, capacidad de evocación y reflexión, se une aquel que, antes, solo estaba al alcance de quien poseía una vasta cultura; suficiente para conocer las otras obras de arte contenidas en sus páginas.
Si aparece un leitmotiv en la trama, que podamos rastrear en internet, aumenta considerablemente su poder de evocación. No es lo mismo saber que a un policía, metido a locutor de radio, le adjudican una especie de sintonía en las ondas, que saber de cual melodía se trata exactamente. Ni tampoco importa tanto que alguien, deprimido, deje de silbar la canción que solía si no la conocemos de antemano.
En La playa de los ahogados, la última aventura del inspector Caldas (ese gallego de libro, creado por Domingo Villar) existen ambas…Y también en Youtube.
Delicias transversales en las más famosas aficiones: Literatura y Música /Música y Literatura.
martes, 2 de febrero de 2010
Vocinglero
La cala Salitrona: un lugar abrigado de la costa murciana, ideal para fondear resguardados de los fugitivos de Eolo, sobre todo de aquellos que ya soplan de vuelta a sus mazmorras en la isla flotante de Eolia. Para escabullirse de los recién escapados, y dispuestos aun a recorrer el planeta, no hay más que rodear el Cabo Tiñoso, con su faro de bienvenida a la ciudad de Cartagena, y anclar en La Azohia.
La ensenada de La Salitrona está tan cerca del puerto de Cartagena que algún buque, cicatero, puede aposentarse allí y no pagar atraque; pero es un lugar apenas mancillado por la intervención del Homo Avidus (una ramita más de las crecidas en la copa del árbol evolutivo); especialmente bello bajo la luna llena más bonita del año (la de Enero), aunque esta vez diera un poco de miedo su alineamiento con Marte y el Sol que, según los astrólogos, presagia la guerra.
La paz reinaba esa noche en la cabina del “Vocinglero” (nombre de toro para un barco de vela), y nosotros, al calor de un plato de lentejas, hablábamos de las políticas inútiles e incapaces de alejarnos de las crisis que, históricamente, pueden ser prolegómenos de guerras. Nos exaltábamos opinando naderías que, a la postre, lo único que hicieron fue retrasar el sueño del único tripulante que se había ido a la cama: el único, curiosamente, que no había abierto la boca, refugiado en su supuesta juventud y su auténtica humildad; el único que practicaba, curiosamente, el menos hablar y más hacer (lo justo). A sus 30 años trabajaba para vivir y no vivía para trabajar, de modo que le quedaba tiempo para construir los cimientos de la verdadera felicidad: el altruismo. Era voluntario allí donde lo necesitaran para ayudar (primeros auxilios sanitarios, rescates, trabajos con niños procedentes de familias desestructuradas, etc.)… y además, bregaba con las velas estupendamente. ¡Chapeau, Pablo!
miércoles, 27 de enero de 2010
Ni medio punto
Entrevistamos a Pe una tarde, de hace 12 años, en el jardín del hotel Santo Mauro. Todavía era una chica atribulada por la cara y la cruz de la vida: Acababa de triunfar con La niña de tus ojos, en ese registro popular que se le da tan bien; y también acababa de cortar con su primer amor-mentor (Nacho Cano). Estaba triste y mohína, ofreciendo lo peor de sí misma a la prensa, pero la promoción era la promoción y había que apechugar (aunque aún no se las hubiese moldeado).
Ahora le sobran (pechugas) para estar a la altura de las demás actrices que salvan Nine, esa película que no merece subir la nota de su precedente (8 y medio) ni medio punto. Además de Pe, y las otras, que se ganan el sueldo, destaco el azul claro de la barqueta Alfa que conduce el prota. ¡uhmmm!
miércoles, 20 de enero de 2010
Paradoja
First of all: Apologies. En ingles, porque van dirigidas a USA, cuya actuación en Haití merece un aplauso, y no mi acritud de la última entrada…y después la paradoja.
Según el DRAE, una paradoja es una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas; ósea, la que se tiene, en el interior de TVE, frente a la del resto de los españoles, en el exterior de la empresa.
Los trabajadores en la nueva corporación deben de sentirse a sus anchas, en el estricto sentido de la palabra, porque las instalaciones de Prado del Rey (y otros centros) están vacías.
Ahora que la televisión pública está más cerca que nunca de su icono preferido (la BBC) está, también, a punto de convertirse en un simple centro emisor. Sin apenas producción propia, la mayoría de los productos se manufacturan en empresas privadas afines al gobierno (Mediapro).
Sería interminable relatar los dislates que se han ido sucediendo en TVE desde que se tuvo la posibilidad de corregirlos; es decir, desde que vivimos en democracia (pedir una televisión pública, honestamente administrada, en una dictadura, es pedirle peras al olmo)
El resumen, sin embargo, es muy fácil: Los gobiernos demócratas (paradójicamente con el PSOE a la cabeza) no han querido, ni han podido, administrar bien esa empresa. Parapetados tras las directivas europeas de los 80, que exigían una cuota de producción para el sector privado audiovisual de la época, permitieron que comenzase el saqueo; y presionados por los políticos autonómicos, no pudieron imponer soluciones tan obvias como la de haber reestructurado el enorme patrimonio de los centros regionales. El resultado era una empresa ingobernable solo unos años más tarde; especialmente en el contexto de un país con las instituciones multiplicadas por 17. Tampoco supo (o quiso) nadie prever las consecuencias de la llegada de los canales privados.
La paradoja actual es que, mientras la gente percibe una televisión pública mucho más plural, amable, e incluso elegante; los que trabajan para ella tienen la sensación de que, en realidad, está agonizando.
lunes, 18 de enero de 2010
Zombies
Tanto ejército, de todo el mundo, desplazado a zonas del planeta (Afganistán) con la misión de reconstruir, a medida de las narices de los reconstructores, lo destruido previamente (porque no se ajustaba a la susodicha medida nasal); y tan pocos militares ejerciendo, esta vez sí, una labor humanitaria en Haití: tan simple como la distribución correcta de toda esa ayuda universal que, suponemos, está llegando. Por muchos que sean los problemas logísticos, no serán tan grandes como la desidia de los poderosos ante un lugar que solo remueve sus conciencias, con atisbos de piedad, pero no sus codicias, con promesas de negocio.
En su imaginario, Haití seguirá siendo un lugar de negros destartalados, con chisteras abolladas, ejerciendo de MC Vudú. Una tierra destinada a dar miedo a los espectadores de películas inolvidables, aunque ninguna ocurriese en la mitad occidental de La Española, y cuya realidad siempre fue más pavorosa que cualquier guion cinematográfico: presidida por el arquetipo de los dictadores y, como ahora se ha encargado de ratificar el maldito destino, enterrada viva.
domingo, 10 de enero de 2010
Abismos
Desde el asiento del copiloto de aquel desvencijado Land Cruiser, veía pasar la sociedad yemení, pre once de septiembre, como en una versión neorrealista de Indiana Jones: Los automóviles eran un anacronismo abundante en aquel decorado de la baja edad media y, por supuesto, parecía que no hubiese normas de tráfico, lo que acrecentaba considerablemente la sensación de estar envuelto en la ficción. Mientras esquivaba, por ambos lados, tanto a vehículos como a recuas de animales, Ahmed (nuestro guía) me explicaba su preferencia por nosotros, turistas españoles, frente a los descendientes de los ingleses victorianos que, un día, atravesaron altaneros aquella franja de la península arábiga rumbo a las tierras del oro negro.
Ataviado con la túnica tradicional y el turbante a cuadros, este hombre, mucho más joven de lo que aparentaba, organizaba su jornada entera (incluida nuestra presencia) al consumo de su manojo de Kat. La cansina rumia de estos brotes verdes condiciona toda la vida en aquel país. Se supone que la takhzin (reunión de hombres para masticar las hojas) comienza después de comer; pero lo cierto es que cada vez adelantan más la hora del almuerzo para empezar antes a darle al vicio. Todas las demás actividades, productivas o no, quedan postergadas ante la fuerza de la lulukacha (una mascada de Kat). El Kat es un narcótico-excitante con las mismas virtudes que el tabaco: despeja cuando se necesita y calma cuando es necesario; cualidades ambas muy apreciadas en un lugar donde la vida es infinitamente menos confortable que en nuestras opulentas y anestesiadas sociedades occidentales.
En su libro En busca de las Flores del Paraíso, el británico Kevin Rushby, relata un viaje fascinante por los principales países donde se difunde esta droga: el cuerno de África y Yemen; un rincón del mundo, aun más vilipendiado ahora, tras convertirse en excelente caldo de cultivo para la rabia contra los vilipendiadores. Su fascinación por el Yemen, y por la hierba nacional, lleva al autor a describir un periplo demasiado romántico, pero es cierto que, al menos en aquella época (el libro está publicado el mismo año de mi viaje, aunque relate experiencias anteriores), Sana era una ciudad amable y pacífica, si sabías exactamente donde estabas, y podías distanciarte lo suficiente de tus prejuicios (absolutamente justificados, por otra parte: el Medievo no solo se manifestaba en la puesta en escena, sino en el guión completo, incluidos los personajes estereotipados de sumisos ante los tabúes religiosos y los escrúpulos sociales de nuestro ancien régime). De todas formas, yo guardo un agradable recuerdo de aquellas gentes pobres y dignas, conscientes del abismo que les separaba del llamado primer mundo.
Ahora que, otra vez, han adquirido notoriedad gracias al penúltimo episodio de las cruzadas sempiternas, provocan en todos nosotros el vértigo del miedo; pero yo pienso que todo vértigo desaparece si desaparece el abismo, y que nosotros tenemos más medios y posibilidades para aplanar el terreno.
lunes, 4 de enero de 2010
e-letter
Queridos Reyes magos:
En estos tiempos de mixtura y sincretismo, os voy a pedir algo que deseo con toda mi alma pero que no sé lo que es. Yo, como la mayoría de mis congéneres, estoy viviendo (y lamentándome por ello) una realidad a la que no me sé enfrentar adecuadamente; o como expresa Vicente Verdú en un artículo publicado, hoy mismo, en El País:
… las lamentaciones que cunden por muchas partes y, especialmente, entre los mayores, son probablemente el efecto de calibrar con un sistema de pesas y medidas obsoleto una realidad distinta. Una realidad que, de este modo, siempre aparecerá aberrada o caótica, incapaz, por tanto, de proporcionar un lenguaje eficiente para hacerse entender…
O sea, que necesitamos, urgentemente, unas instrucciones de uso para esta nueva vida que ya nos vemos obligados a utilizar cotidianamente, pero que no funciona con los viejos (y anticuados) valores fundamentales (que sirven de fundamento o son lo principal de algo, según la RAE). Parece que ahora podemos ver con una luz distinta, pero intensificada, esa frase que escribieron los estudiantes franceses, espoleados por los situacionistas, en las paredes de la Sorbona: Corre camarada, el viejo mundo te persigue.
Porque no me estoy refiriendo a los extraordinarios avances tecnológicos (que también) que nos van a cambiar la existencia definitivamente; sino a la forma de relacionarnos con los demás e, incluso, con nosotros mismos.
Suponiendo que las principales innovaciones tecnológicas que, según la publicación electrónica LiveScience.com, se están fraguando en estos momentos, tuviesen excelentes manuales de instrucción; aun nos faltaría una obra que, como la gran novela de Georges Perec, pero mucho más prosaica y analítica, compendiara esta realidad que ya no es lo que era, pero aun no sabemos que será.
Solo unos taumaturgos, como vosotros, podéis redactar ese texto con la celeridad que se requiere.
Atentamente
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