jueves, 31 de diciembre de 2009

Feliz década nueva



Faltan solo unas horas para despedir esta década, que aun no hemos etiquetado. Quizás la costumbre de calificar las décadas era más propia del siglo XX; ya sabéis: La Belle Epoque, los locos años 20, los convulsos 30, el mundo en llamas, los fabulosos 50, la década prodigiosa, los resacosos 70, los fantasiosos 80, y los excesivos 90.


¿Cómo podríamos llamar a este primer decenio del siglo XXI. La década ignominiosa? Después de todo, una ignominia es una afrenta pública, y si vemos las cuatro acepciones del término en el diccionario de la RAE, lo tenemos claro.

También podríamos llamarle los años del desconcierto, o la década perpleja, porque confusión no nos ha faltado en absoluto.

Por último propongo la década somera, por la trivialidad imperante; aunque solo sea como antídoto ante la trascendencia de los verdaderos problemas.

De cualquier modo, vayan mis mejores deseos para la próxima que, ya de entrada, podría ser la incierta.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

25 de Diciembre...


Pensé en cambiar la zambomba por el sonido del escape del T-Byrd y, de paso, divertirme un poco.
    
     En el trueque me crucé con la pequeña Honda, que tampoco suena nada mal.
    
     En definitiva, no puedo esperar al 7 de Enero para reivindicar a los Beach Boys (como he hecho siempre desde que dejé de creer en los reyes magos) como el conjuro anti navidad que son; aunque tampoco puedo imaginar los suburbios de L.A. sin parafernalia navideña.


Por lo pronto, lo que sí he conseguido conjurar este año es la melancolía que suele adueñarse de mi estado de ánimo por estas fechas. Brindemos por eso.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Copenhague



De los ríos de tinta vertidos, estos días, a propósito de la cumbre de Copenhague, pesco una idea, contenida en un artículo del que no puedo daros ni el título ni el autor (¡A dios pongo por testigo que nunca volveré a perder un periódico que hubiese decidido utilizar en este blog!). Pero lo que el viento se había llevado hace tiempo era mi esperanza de que esta cumbre sirviese para algo; por eso cuando leí: “Lo que se viene a discutir en esta cumbre son los efectos del cambio climático, pero no sus causas”, me sentí completamente identificado. Nadie parece darse cuenta de que, por mucho que reduzcamos emisiones, no nos servirá de nada si no cambiamos radicalmente las causas que las generan, y esas (al fin y al cabo) no son  más (ni son menos) que nuestra mentalidad al completo.


    Un fumador empedernido buscará cualquier excusa para no dejar el cigarrillo. Un alcohólico no aceptará que tiene un problema con el alcohol, y una persona anoréxica se seguirá encontrando gorda aunque, en realidad, esté en los huesos. Todos están enfermos y, se dice, que la condicio sine qua non para curarse es admitirlo.

En Copenhague nadie parece admitir la gravedad del enfermo y, lo que es aun más grave, tampoco la identidad del paciente. El planeta Tierra está perfectamente sano, si conseguimos erradicarle el parásito que un día (hace ya 300 años) le inoculó uno de nuestros congéneres (probablemente WASP): La idea de un progreso ilimitado hacia un paraíso mecánico. Una ascensión inconsciente al edén técnico.

Los jardines de las delicias no existen, so pena que también admitamos la existencia del averno.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Viento de otoño



    Lo último que supe de Phil Trim es que era vigilante nocturno en algún sitio. Me lo dijo, hace un par de años, una fuente bien informada hablando, precisamente, de esta canción: una golosina Pop de la época.
    Nunca fue un gran éxito, pero derrochaba encanto; incluido el quebradizo castellano (…te espero con una hoja en el mano…”) de este trinitense-tobaguense que no llevaba demasiado tiempo entre nosotros. Ya no me acuerdo si era la cara A o B de aquel single que tenía“Cry” al otro lado. De lo que si estoy seguro es que era anterior al insufrible Oh Lord, Why Lord. Insoportable por plasta, por manido, por imitador de Procol Harum, y por ser pionero en aquello de destrozar una buena canción a fuerza de programarla: al fin y al cabo era la primera vez que se usaba el famoso canon de Pachelbel en el Pop español (A white shade of pale estaba basada en Bach, y era británico). Espero que, esta vez, las luces triunfen sobre las sombras en Youtube y, dentro de poco, no desaparezca este vídeo por algún problema técnico o legal.

martes, 8 de diciembre de 2009

El dedo en la llaga


Una viñeta publicada por El Roto el pasado sábado zanja, sarcásticamente, la polémica sobre la propiedad intelectual. Aunque las verdaderas intenciones del dibujante (que ignoro) fueran manifestar nuestra ignorancia y defender a “los creadores”, el efecto es muy diferente. Ha metido el dedo en la llaga que nadie quiere rozar: el hartazgo producido por la legión de diletantes que satura el mundo (el 1º, claro. Los otros están demasiado ocupados en procurarse necesidades más básicas que “diabólicos rabos para matar moscas”). Quizás sea cierto el poco valor que concede la gente a “la creación” (las comillas son más que elocuentes), y por eso la quieren gratis. Ya pagan demasiado por las consecutivas versiones de cacharros para perpetrar los supuestos delitos: copiadoras y “tostadoras” varias; los cuales son producidos por los mismos que concentran el grueso de los beneficios de la, mal llamada, propiedad intelectual.


Yo espero que todo esto tenga un final feliz y, al final, sirva para desbrozar el grano de la paja. La partida continúa.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Contra el olvido



Pertenecer a una (o varias) ONG’s es, ahora, el equivalente a postular para el DoMund o La Cruz Roja hacia la mitad del pasado siglo. Es el reducto de la caridad, tan denostada hoy en día: Parece ser que todo el mundo ve tan fácil enseñar a pescar a un pobre, que nadie se siente obligado a compartir sus propios peces. Por supuesto que hay mucho fraude en eso de las organizaciones no gubernamentales, pero el inmenso valor de algunas es indiscutible. Mi favorita es Médicos sin Fronteras, quizá porque me siento en deuda con esa maravillosa profesión (a la que no me sentí capaz de pertenecer) o, simplemente por la obviedad de sus funciones: Si, incluso en un país tan poderoso como los Estados Unidos, es difícil acceder a la asistencia médica en ciertas situaciones, imagínense la dificultad que pueden tener los parias de la tierra que, 145 años después de la internacional, siguen siendo famélica legión.


Este otoño están llevando a cabo una campaña para rescatar del olvido a los enfermos más injustamente olvidados; aquellos que no son rentables política o económicamente, los que no sirven para ganar elecciones o para incentivar a los investigadores farmacológicos.

Ya sé que tras El jardinero fiel de Le carré no queda mucho que decir sobre la codicia de las multinacionales farmacéuticas, pero hay que insistir en ello como la causa principal de tanta miseria evitable. MSF, discretamente, se dedica a paliar lo que sería una de las prioridades de un gobierno mundial honesto (¡obsérvese el condicional!), así es que, por lo pronto, son imprescindibles.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Regocijo


Este fin de semana he dado rienda suelta al más saludable de los reflejos…conscientes: La risa. Por supuesto, como su colega inconsciente, requiere ser estimulado y, poniéndome definitivamente escatológico, voy a explicaros.


Los músculos risorio, cigomático mayor, etc., pueden volverse aun más vagos que el intestino si los abandonamos a su suerte; es decir si nos dejamos empapar de tristeza con frecuencia. Igual que un buen reflejo gastro-cólico requiere de tres cosas fundamentales: Fibra, agua y una rutina disciplinada que lo fomente; la mejor risa necesita sentido del humor, optimismo y la cálida complicidad de los amigos. Porque te puedes reír solo, y de cualquier cosa, pero no hay nada mejor que la carcajada infecciosa e infectada; esa que se retroalimenta de las otras, liberando un torrente de endomorfinas que acaban impregnando a todo el grupo.

Yo tengo la gran fortuna de conservar viejos amigos; de aquella época tan permeable de la vida que se llama adolescencia. Y aunque hayamos sufrido la diáspora del tiempo y el espacio, nos reunimos para bruñir el tesoro de nuestra amistad, plena de todo: de recuerdos, de respeto, de comprensión, de cariño, y por supuesto de risa.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Voluntad...política



Midiendo mi propia incapacidad para afrontar cambios puedo entender, que no comprender, la de las autoridades para hacer su trabajo. Llevo muchos meses intentando dar a este desierto foro alguna utilidad, y la única que se me ocurre requiere afrontar determinados cambios: me estoy refiriendo a la inclusión de este blog (para mí un simple ejercicio, placentero, de escritura) en alguna página de aprendizaje del Español para extranjeros. Para ello debería convertir las entradillas en archivos sonoros, y acompañar el texto de vínculos con la RAE para aclarar significados. ¿Fácil, no? Pues, aunque ahora parezco decidido a hacerlo, llevo mucho tiempo acomodado en la desidia.


Los gobiernos y otras élites no deberían permitírselo como nosotros, anónimos ciudadanos, lo hacemos. Sin embargo esa es la única explicación para el fracaso sistemático de tanto y tanto encuentro, necesario para resolver problemas acuciantes: La reunión de la FAO en Roma, el protocolo de Kioto (y el próximo de Copenhague), las resoluciones de la ONU sobre los problemas en el Medio Oriente, las reuniones de los foros económicos, etc.

La falta de voluntad política es mucho más seria que la falta de voluntad de cada uno de nosotros (aunque cada vez esté más claro que la revolución; a la que nos podemos ver abocados, vendrá desde abajo) y por eso se oyen, ya, voces que auguran una próxima moneda única mundial, seguida de cerca por…Un único gobierno mundial. Esto traerá muchas consecuencias, pero la más polémica será la implantación de una fuerza coercitiva también mundial (sin la cual no será posible lo anterior): ¿Orwell, Huxley, La guerra de las galaxias? Reminiscencias todas, cuanto menos desasosegantes.

¡Dios!, para ayudar a aprender español, primero he de aprender a escribir…fácil.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Pareja de Ases



¡Cómo pasa el tiempo! Ya es lunes; y por lo tanto mi último post tiene una semana.


Bajo las patas del toro, no me queda más remedio que sacarme algún As, improvisado, de la manga: Esta Bola 8, de los Underworld, la saco más bien de la memoria; visionando aquella peli, con pretensiones neo-hippies, sobre una playa de ensueño. Es un buen ejemplo para ilustrar la diferencia entre la composición en escalas menores y mayores: estados de ánimo sombríos y luminosos (desde un punto de vista extra musical y psicológico). Aunque desde el principio reconoces una pieza vibrante y energética, no es hasta el minuto 5, de los 8 y pico de duración total, que esta delicia emite sus más luminosos efluvios (compuestos ahora en escalas mayores). El happy final (precedido por el White stuff) remata la comunión de todos los que están en la pista.

Sin embargo, el gran ejemplo del efecto de la tonalidad en nuestro cerebro es La noche transfigurada de Arnold Shönberg, un bellísimo sexteto de cuerdas cuya primera mitad está enteramente compuesta en menor, mientras que la segunda está en la escala mayor. La obra, basada en un poema de Richard Dehmel, cuenta la historia de una pareja paseando a la luz de la luna mientras ella confiesa que está embarazada de un hombre a quien no quiere (el tono menor, como anillo al dedo, para ilustrar el ánimo atribulado de la joven). Cuando él le responde que no debe preocuparse, que la ama, y que se hará cargo de ese bebé (¡menos risitas, que estamos en 1899!), la tonalidad mayor se adueña de la música hasta el final de la composición. ¡Oíd !

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Terror



Me parecía estar viéndolo, disfrutando como un enano (era bajito, si señor) mientras en su rostro se dibujaba aquella expresión entre el sadismo y el pánico incontrolable. ¿Cómo hubiera reaccionado mientras veía como aquella estaca, que acababa de atravesar al actor, estaba a punto de clavársele en el ojo?


Durante toda la proyección de Destino final 4 (en 3 dimensiones) no pude dejar de imaginarme a Sergio sentado, a mi lado, en el cine. Desgraciadamente hubiese sido imposible, porque su vida acabó hace tiempo y, además, lo hizo de una manera digna de sus adoradas películas gore. Acabó suicidándose: lanzándose al vacío desde un noveno piso, en la que supongo fue su borrachera definitiva.

Sergio era una de las personas con más talento que he conocido en mi vida, aunque en inteligencia emocional no estuviese muy puesto y, desde luego, no le diera tiempo a conseguirla con la edad (como hace la mayoría).

Hacia 1979, con las noches de Halloween y los Viernes 13 primigenios recién estrenados, Sergio decoraba su dormitorio con posters gigantes de los monstruos de la universal, y organizaba cenas en su casa para ver “Mis terrores favoritos”, aquel programa de Ibáñez Serrador que era la cátedra del género.

Con todos mis respetos, tengo que decir que algunos guiones exitosos de nuestro cine reciente los había visto ya sobre el escritorio de mi amigo. No estoy hablando de plagio, sino de su capacidad creativa y visionaria. Con matices, ya había imaginado Tesis, y Los Otros (curiosamente dos productos Amenábar) aunque, por aquel entonces el director de Ágora aun no había llegado a la facultad.

En su cartera llevaba, permanentemente, el poema de Lorca que ya ha aparecido en un par de ocasiones en este Blog; aquel que habla de un colibrí de amor entre los dientes. Porque, por amor hubiese dado Sergio cualquier cosa… Hasta la vida, como acabo demostrando. Él, que no era físicamente agraciado, no encajaba en una ciudad y una época para las que las apariencias eran tan importantes. Tardó años en calmar sus afectos con una pareja deliciosa y, poco después, recibió un golpe mortal de aquel azar que tanto gustaba convocar en sus narraciones: el HIV lo volvió a dejar solo…pero infectado. Evidentemente no pudo resistirlo, y dijo lo que cualquier buen protagonista de tan brutal historia: ¡ Adiós, mundo cruel ¡

viernes, 30 de octubre de 2009

Salud



    Un buen día descubrí que la cerveza (con alcohol; la 0,0 me sienta estupendamente…debe ser la fermentación del lúpulo lo que no soporto) me producía malas digestiones, flatulencias, alteraciones varias tanto en el estómago como en la cabeza; así es que decidí no consumirla. Queda claro que es un caso estrictamente personal, puesto que la cerveza es una de las bebidas mas popularmente apreciadas. Mi decisión llegó después de muchas experiencias desagradables. El ser humano solo aprende a palos, parece que podemos deducir de todo esto.


De la misma manera, otro buen día descubrí que cualquier forma de superstición me hacía daño. No tenía por qué ser en sus manifestaciones más burdas (horóscopos, refranes, etc.) sino que podía adoptar maneras exquisitas: Hubo un tiempo en que fui adicto al I Chin. Necesitaba sus consejos para cualquier decisión, por nimia que fuese. El sabio texto se burlaba de mí; especialmente cuando pretendía obtener, a toda costa, una respuesta favorable a mis intereses y contraria a sus designios. Entonces me mostraba, una y otra vez, el mismo hexagrama; ese destinado a los necios (como predica literalmente el texto) y que viene a decir, en Román Paladino, que no hay más cera que la que arde.

El día que regalé mi ejemplar del oráculo (uno estupendo, de tapas negras) me sentí liberado de una pesada carga que llevé, al principio, gustosamente.

La última decisión de ese tipo, tras sopesar los pros y los contras, ha sido la de no volver a abrir un ejemplar de las llamadas revistas del corazón. Me hacen daño. Me provocan sensaciones que solo puedo describir con palabros de nuevo cuño, como envición e indidnia: indignación envidiosa de esa exhibición impúdica en los Rich & Famous .

¿Cuántas fortunas son legítimas? ¿Y famas?

lunes, 26 de octubre de 2009

Incoherencias

Estamos instalados en la incoherencia o, para ser más exactos, estamos rodeados de incoherencias (cosas que carecen de la debida relación lógica con otras, según la RAE ).


La escaleta del telediario, ese invento que según parece le debemos a Walter Conkrite, es fiel reflejo de esta situación. En un guión de informativos conviven a diario noticias como estas:

Se estudia prohibir la circulación a mas de 30 Km. /h en los cascos urbanos.

Se prorroga el plan 2000E, de ayuda al sector automovilístico, para intentar remontar la pérdida sufrida en la venta de coches.

Se celebra el día mundial del medio ambiente, con manifestaciones en las principales ciudades del mundo pidiendo una “marcha atrás: aun estamos a tiempo de invertir el proceso de cambio climático”

“La única manera de salir de la crisis es fomentando el consumo”, dice el líder de la oposición.

“La única manera de salir de la crisis es aumentando los impuestos (sobre el consumo, y a los sectores de población equivocados)

Comienza una campaña de donación de zapatos a África.

Se celebra la semana del Prêt à Porter en París.

Manifestación contra el hambre en las principales ciudades.

Inaugurado el salón del Gourmet en Madrid.

Se reducen los presupuestos destinados a I+D+i

Estreno de “Ágora”, la película más cara del cine Europeo, con amplia participación de las instituciones españolas…



Mientras, en casa, los espectadores continúan rumiando el escepticismo.

jueves, 22 de octubre de 2009

Mush Up


¡Al rico majado ¡ Y no precisamente culinario, sino musical. Las canciones nuevas, a diferencia de los alimentos, aparecen constantemente; de modo que el laboratorio no descansa de hacer pruebas. Por mi parte, como es de suponer, me inclino por lo tradicional. “De todas las plantas humanas, el hábito es la que exige menos cuidados y es la primera en brotar de la aparente desolación de la roca más árida”, decía Proust: Mitad Pink Floyd, mitad Frank Sinatra y unas gotas de Dionne Warwick. Los Beatles van con todo: Al 50% con Oasis, o bien ligaditos con Gun’s & Roses; con la batería, en función de la nata, en el paraíso del Sargento Peppers (arriba). El Mush Up es un arte hipermoderno, donde se mezcla y se tritura sin prejuicios, en el gran crisol del mundo. Si no hay nada nuevo bajo el sol, juguemos con la luz cambiante que pueda refractarse en los distintos materiales.

sábado, 17 de octubre de 2009

To be or not to be...High


Esa NO es la cuestión.
Esta mañana, después de leer uno de esos gozosos correos que te mandan los amigos celebrando la madurez (magnífico eufemismo para la cincuentena), he abierto cierta playlist en el Spotify. Allí guardo tesoros que, eran se una vez, imanes en las pistas de baile o, al menos, en las mías particulares. Hay uno, en especial, que solía provocarme esa sensación tan bien descrita por Andrew Holleran en “Dancer from the dance”: esa mezcla de fuerza y euforia que te hacía comulgar con la vida, que te hacía cómplice de aquellos que disfrutaban no solo esa síncopa, sino las melodías que salpicaban el ritmo. Es una de las obras más populares de un bajista de jazz que abrazaba el rock a comienzos de los 70: Stanley Clark, y su Lopsy lu, me hacían pensar que era presa de la psicodelia del hachís; que aquellos deliciosos estremecimientos eran producto del cannabis sativa en mis sinapsis…pero no, esa no es la cuestión: Esta mañana (25 años después del último porro) he vuelto a divertirme como loco con las diabluras de aquella banda. ¡Salud!

martes, 13 de octubre de 2009

El Orto


A lo largo de mi vida había visto incontables puestas de sol en el mar, pero jamás había contemplado el orto; esa palabra con un significado bien diferente en Argentina, pero que aquí nombra la aparición de un astro por el horizonte.


Aunque en la película de Rhomer el rayo verde aparece en el ocaso, los expertos dicen que es al amanecer cuando hay que distinguir el destello de la fortuna amorosa. Se equivocan. Si estuviesen en lo cierto, solo los desventurados que trabajan de noche, o los noctámbulos empedernidos podrían enamorarse (o, al menos, ser correspondidos). Yo vi, una vez, el fulgor glauco al ponerse el sol y, por aquel entonces, me enamoré (y fui correspondido).


Ayer de mañana volví a enamorarme. Esta vez del propio sol, naciendo en los confines marinos. ¡Que espectáculo!



miércoles, 7 de octubre de 2009

¡ Que le han hecho a mi coche !


El Manifiesto Futurista, publicado hace un siglo en un periódico conservador francés, era una algarada pre-fascistoide y vanguardista (lo cortés no quita lo valiente). Entre sus epatantes cláusulas figuraba la siguiente: “Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo…Un automóvil rugiente que parece que corre sobre la ráfaga es más bello que la Victoria de Samotracia.”
Cien años después, solo permanece el componente totalitario. La fascinación por las máquinas ha tomado el aspecto de rendición y, su máximo representante (el automóvil) parece más bien una amenaza. La velocidad se ha mostrado tan peligrosamente adictiva como la diacetilmorfina.
Hace unos días escuché, de primera mano, una muy reveladora anécdota. Cierto archimillonario tarambana encargo a la Mercedes Benz un modelo SL 65 AMG, propulsado por un motor V12 biturbo de seis litros de cilindrada. Este roadster, del que nunca dirán que necesita una inconmensurable cantidad de gasolina para ir a la misma velocidad, discreta, que cualquier otro más humilde (por ejemplo), puede alcanzar cifras espeluznantes en el velocímetro, por lo que suelen limitarle la premura de fábrica. Nuestro cliente, en un alarde de soberbia ilimitada, había pedido a Stuttgart que no pusiese cortapisas bajo el acelerador, de modo que la criatura llegó al concesionario español “salvaje”; pero los responsables de la entrega, pensando que era un error y con buen criterio, volvieron a limitarle la velocidad a 250 Km/h, como a todos los supercoches actuales.
Días más tarde, la secretaria del concesionario recibió, atónita, la llamada furiosa de nuestro hombre desde la R-2 madrileña. ¡Que le han hecho a mi coche que no puedo pasar de los 250 ¡. El jefe de taller tuvo que lidiar con aquel yonqui, fuera de control, que exigía una reparación a semejante oprobio. Yo me pregunto si, el susodicho, no sería el nieto de Longo.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Bocetos


El amigo Vencido, en la penúltima entrada de su blog, hace una reflexión que subscribo completamente. Habla de una tendencia que le ha ido constriñendo los temas que trata en su bitácora; por auto censura, por pudor, por control de calidad, por lo que sea. La cuestión es que, a pesar de tener ideas sobre las que escribir, acaba no haciéndolo. A mí me ocurre algo parecido que, sin demasiada reflexión, achaco a la falta de dirección de este blog; algo que no me reprocho, por otra parte. Estas divagaciones siempre han sido para mí una especie de ejercicio de escritura, del mismo modo que uno acude al gimnasio para ejercitar los músculos o lee un libro en otro idioma para no perderlo. En cualquier caso, acabo teniendo un montón de bocetos que no acaban de tomar forma definitiva. He aquí algunos ejemplos, destinados en principio a esta entradilla:
- La supresión de uno de los blogs que aparecía a la derecha de estas letras: Pertenecía a una estrella marrón del rock patrio que, a falta de luz, refracta enormes cantidades de vanidad hedionda; convencido de su desaprovechado talento y de las malhadadas piruetas del destino y…de los seres inferiores. ¡Pobre!
¿Qué pasó aquí. Fue el pudor, la auto censura? Quizá mi control de calidad y su fuerte filtro ideológico. Hay fachadas que ya no soporto, por muy preciosa factura que lleven.
-La sensación de vivir en un país a la deriva; al menos políticamente hablando. Debatiéndose entre los ávidos de poder, disfrazados de altruistas, y los ávidos de poder a secas, sin disfraz.
Aparte del pudor (la vergüenza, el sonrojo), aquí funcionó la auto censura: No querría ser como ellos, criticando sin aportar soluciones…¡y no tengo!
- Escuchar (otra vez) disertar a Nacho y acudir, inmediatamente después, a un buen museo de arte contemporáneo. De sus conferencias, hay dos momentos que me resultan especialmente emocionantes: Cuando saca las conclusiones a propósito del fósil Benjamina, el cráneo de una niña supuestamente cortita y fea, que sin embargo consigue sobrevivir hasta los 12 años (una edad más que suficiente, entonces). Aquí, la aparición del verdadero altruismo y la compasión han sido documentadas. El otro gran momento es al final, cuando especula sobre la supervivencia de Cromañones a Neandertales.- La conclusión es la enorme necesidad de arte, entendido como la expresión de nuestra mente simbólica, de los primeros (de quien descendemos)
Sin duda, ahora estamos un paso más allá del Homo Sapiens. Hace poco creía que somos Homo Abûsus (consumo), pero hoy no sé si quedarme con el Homo Fessus; cansado de casi todo y, muy especialmente, de esa mente simbólica que tantos quebraderos de cabeza nos da, o con el Homo Bârô, imbécil; y para muestra valga (y de ahí la pertinencia de la visita al museo) la obra de Cy Towmbly, perteneciente a la colección permanente del Reina Sofía: Los garabatos de un niño aburrido en clase.
Aquí funcionaron tanto el pudor como la autocensura. Una vez más, ese ego de quien me gustaría desprenderme por completo, me sumergía en la confusión de sentimientos: Disfruté la conferencia y me gusta el expresionismo abstracto, pero el superyo me impide exponerlo de una forma simple, sin faltar a mí patina cultureta. ¡Una pena!

jueves, 24 de septiembre de 2009

Alcobas


Nosotros acogimos, encantados, la revolución sexual de los años 60 del siglo pasado. Celebramos la transformación de unas costumbres que lo estaban pidiendo a gritos: la mayoría de los tabúes sexuales no habían tenido nunca razón de ser y, seguramente, habían sido creados por quien tuviese intereses espurios en extremar la sublimación de tan poderosa pulsión. Pero, como suele ocurrir casi siempre, la revolución acaba generando una inercia, tanto o más necesitada de transformaciones urgentes, al cabo de muy poco tiempo. El efecto pendular suele ser muy pernicioso.
No, no voy a defender la familia tradicional cristiana (dios me libre), ni voy a atacar a los homosexuales. En mi línea voy a escribir otra reseña que no lo es, pues a toda crítica seria se le presupone la actualidad de la obra reseñada…y esta es de 1992. Andaba yo detrás de un célebre comic underground, titulado “La vida sexual de Tintín”, aparecido aquel año, del lápiz del también belga Jack Bucquoy que, por fin, el pasado domingo encontré en el rastro madrileño. Su autor afirma en el prefacio textualmente: “El hecho de que las grandes figuras de nuestro mundo puedan tener una vida sexual, tiene un solo objetivo: convertirlos en más humanos y bajarlos del pedestal en que se encuentran”. Según él, un héroe perfecto y tonto como Tintín (al que, sin embargo, no duda en calificar como gran figura de nuestro mundo) no tiene pasado ni futuro, ni tampoco sexualidad; convirtiéndose así en fácilmente maleable…¡ Debe ser por eso por lo que, a lo largo de 24 memorables álbumes, atraviesa el siglo XX (sin que se le mueva un pelo, ni un cumpleaños) fascinando a medio mundo con sus historietas !. Exactamente, señor Bucquoy: Prefiero seguir ignorando lo que ocurre en los dormitorios de Tintín y Haddock, antes que usted me lo desvele en forma de escupitajo rabioso y pornográfico. Le recuerdo que la principal función de la pornografía es ortopédica; para todos aquellos (como usted) tan humanos que están repletos de disfunciones sexuales. La sublimación, en su justa medida, es lo único de la teoría freudiana que aún permanece vigente; y usted lo comprobará si es que algún día llega a crecer.
PD: Sus viñetas están muy mal dibujadas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Septiembre


Antes de irme a la cama sueño. Mientras en el reloj de la plaza dan las once, una luna menguante, color calabaza de mármol, se cuelga tras la Torre del Pirata para iluminar la playa débilmente. Con el chasquido de los dedos hago aparecer, en el paseo marítimo, un teatro de la ópera: Ebben? Ne andrò lontana…A su lado surge un espacio de arte (pleonástico eufemismo de museo), fruto del cartabón de un híbrido entre Alto y Nouvel. Mas allá los multicines; salas en 3-D y sonido extremo. Aquí y aculla, unos cuantos restaurantes ofrecen de todo a cualquier precio y, para finalizar, las tiendas: esos lugares imprescindibles para el Homo abûsus.
De repente, el sueño se torna pesadilla. La demanda para tanta oferta ha dinamitado, irremediablemente, la paz de esta aldea marinera. Hasta que no triunfe Arturo Soria, o las promesas del futuro-pasado (aquellas que auguraban un hábitat racional, con las aglomeraciones limitadas y los servicios infinitos) no se cumplan, tendremos dos opciones: el medio rural/marinero y las ciudades.
Mi privilegio consiste en volver al asfalto, y despertar en la parte placentera de mi sueño, sabiendo que este lugar permanece inalterado (el mar salado, el aire dulce, y los cielos dignos de Zóbel)
Septiembre.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Política 3...O las ramas del guindo.


En cierta ocasión, hace mucho, mucho tiempo, milité en un partido político. Lo hice, exactamente, durante tres meses y, supongo, fue uno de esos ataques de culpa que me atormentaban cuando se disparaba la distonía a niveles patológicos. Sea como fuere, recuerdo que contribuí a la mudanza de la sede provincial a un lugar más céntrico y más pintón; más acorde, en definitiva, con los tiempos de protagonismo que se avecinaban. Estábamos en 1976 y aun no concebíamos la política como una profesión (degradada hasta la infamia), sino una especie de voluntariado salvífico y mesiánico; después de todo los únicos políticos que conocíamos eran autoridades fascistas, nepóticas y enchufadas. En la primera reunión, mantenida con el síndrome de los primeros cristianos, no me enteré de mucho..excepto de lo fundamental (gracias a dios): El odio que le profesaban a quienes, militando en otro partido afín, podían disputarle la poltrona, era más que premonitorio. Me pregunto qué habrá sido de aquella gente que no cesaba de hablar de estrategias; pero no para reinstalar la democracia perdida, sino para derrocar a quien pudiese hacerle sombra en su prometedor futuro. Seguramente serán consejeros autonómicos o diputados nacionales
Encaramado, todavía, en las ramas del guindo, me di de baja porque no pude soportar la incoherencia que, para mí, suponía militar entre los valedores de la libertad, la igualdad y la fraternidad; considerándome un egocéntrico individualista. Cuando la rama se rompió, me dolió mucho menos el golpe que a ellos su conciencia…¡Ah…que no tienen!

jueves, 3 de septiembre de 2009

Vida en Marte


Si me ocurriese lo que al pobre Sam Tyler, y un día me despertase en 1973, se habría cumplido uno de mis deseos en su versión paradójica…y, probablemente trágica.
Todo el mundo sueña con una segunda oportunidad, sin perder el bagaje adquirido en la primera. Pero para que fuese una oportunidad real debería contar con el mismo tiempo, es decir: debería volver a 1973 con 17 años…¡y mi mentalidad y acervo intactos!
El detective de Manchester o NewYork (versiones BBC/ABC de la serie) no tiene tanta suerte: De repente se encuentra inmerso en un mundo que no le pertenece, pero que ha configurado el suyo. Es un hombre del futuro. Para empezar ha perdido treinta y tantos años (en su caso), pues de nada le sirve saber lo que les espera a aquellas gentes si: A/ No puede influir en ello (¿o sí?) y B/ No va a volver a vivirlo en condiciones óptimas.
Al menos él había regresado a una sociedad que estaba, entonces, mucho más cerca de la que procedía de lo que nunca podría estar aquella a la que yo volviese desde mi contemporánea: ¡España cañí!.
Para empezar, la equivalente a la oficial Norris no podría estar allí, porque la primera mujer policía debutó por estos lares a principios de los 80. Sus colegas masculinos serían como el detective Ray (machista, grosero y desencantado de casi todo) pero con muchísima más testosterona ibérica; y la banda sonora, en vez de haberse quedado con Bowie y T.Rex (como escribía Carlitos Berlanga), o contar con el delicioso Elton John de la primera época (antes de divorciarse de Bernie Taupin) sería un recopilatorio veraniego de Belter…¡Puaff!
Todo el mundo estaría muy ocupado en restaurar una democracia que después no sabrían usar adecuadamente; y ejercer el papel de moderno emancipado de tantas tradiciones sería una tarea casi imposible. El proceso de desregulación y redefinición social, que había emprendido el mundo 20 años antes era, entre nosotros, una extravagancia; aunque después presumiésemos de hipermodernos.

En cierta ocasión me preguntó un famoso periodista de este país si era marciano, simplemente porque no conocía a Hugo Sánchez (¿futbolista?). Para mí, la extraterraqueidad no es nada nuevo.

domingo, 30 de agosto de 2009

Arcadia industrial



¿En que se parecen el capitán Haddock: ese entrañable borrachuzo y gruñón que poblaba el universo de Tintín, al señor Swann: el elegante invitado a cenar a casa de tía Leoncia en el idílico Combray? En que los dos han habitado, este verano, mi particular orbe de mitómano.







En el castillo de Cheverny, donde se inspiró Hergé para dibujar Moulinsart, creí ver al intrépido reportero y a su inseparable amigo quejarse de las hordas de turistas invadiendo la intimidad de su hogar; un hogar, por cierto, realmente ocupado por los marqueses de Vibraye (sus actuales dueños).

En Illiers-Combray, en el nº 4 de la calle del doctor Proust, el padre del autor, está la casa a la que acudía Swann para cenar, provocando el exilio del narrador al dormitorio donde anhelaría el beso de buenas noches materno.
Hay quien prefiere visitar los lugares donde se desarrolló la Historia (toda clase de monumentos y poderosas moradas), pero yo busco a los artífices de mis emociones privadas allá donde se supone que están; en ciertos parajes reales, tantas veces transformados como individuos conforman el imaginario colectivo.

domingo, 16 de agosto de 2009

Vida propia


Harto de vivir vidas ajenas a través de la ficción, o de las omnipresentes pantallas (la televisión, el ordenador); un largo viaje en coche, la road movie de siempre, me reconcilia con la mía y me pone a cien (ciento veinte, como mucho). Solo voy a atravesar el país vecino, pero me siento como si le fuese a dar la vuelta al mundo, a través del estrecho de Bering. Me voy sin este artefacto, y prometo no acercarme a un cibercafé a no ser que sea absolutamente necesario. El próximo post-it quizá sea digno de flirck, pues estará plagado de imágenes: de móvil, eso sí. Por fin he cumplido el anhelo de llevar solo un cachivache en el bolsillo, que me sirva para estar comunicado y hacer fotografías (al menos, dignas). A lo mejor incluso me conecto a la red algún día…¡si es que somos incorregibles! Chao.

domingo, 9 de agosto de 2009

Aniversario


Hoy hace un año que empecé a publicar este blog; y desde entonces, lo que solía acabar en el archivo perdido de la carpeta olvidada, suele estar a vuestra disposición. Hoy también, como entonces, estoy agostado; lo que viene a querer decir en un lamentable estado de ánimo. Porque Agosto, para mí, significa exactamente lo contrario que para la mayoría: Mientras que todo el mundo está de vacaciones yo tengo doble trabajo, ya que la chica que suele ayudarme está disfrutando las suyas.

Para la entradilla aniversario había pensado en muchas cosas, pero al final la desidia ha podido conmigo y he decidido usar la “documentación”; ósea, elegir el mejor post-it, de cada etiqueta, publicado en todo este tiempo.

Como el principio de la bitácora coincidió, prácticamente, con el estallido final de la crisis, la etiqueta Heterodoxia está llena de invectivas contra los amos del universo, pero creo que la más representativa es la de su reunión anual en Davos, que titule PIGS el jueves 29 de Enero de este año.

Con la etiqueta Reseñas nunca pretendí reseñar, en el sentido estricto de la palabra, el cual incluiría la novedad de la obra publicitada; por eso he decidido elegir una publicada el sábado 23 de Mayo de 2009 con el título de La Semilla inmortal: se trataba de la doble reseña de dos viejas obras, pero está lo suficientemente elaborada como para ganarse este puesto.

Con el marbete de Terapia están marcadas muchas entradas tristes, apasionadas, quejumbrosas y, en definitiva, la pura esencia de este blog (que empecé a escribir una noche del verano pasado después de una discusión con unos amigos; de esas que tienes la sensación de haber perdido), es decir, la mejor manera de argumentar casi todo: sin la presión del turno de réplica conversacional. Sin embargo, la mejor sigue siendo toda una declaración de principios para el título de Columnista imaginario: aquella publicada el 15 de Agosto de 2008 con el título de Imaginación.

La etiqueta Pop tiene como favorita una titulada Calor añadido (29/11/2008), que es, en realidad, un complemento a otra de las escritas para la Banda Sonora: en esa insolente sección me atrevo a proponeros una autobiografía (musical, eso sí): Y para muestra un brillante botón de los 80 (Banda Sonora 1981-1985, 25/11/2008)

La RAE (Real Academia Española de la lengua) me ha dado mucho juego, a lo largo de este año; tanto que tiene su propia etiqueta. El Post-it (con perdón de la RAE) elegido ganador es uno titulado U.t.c.s. (usado también como sustantivo), escrito el 31 de Agosto de 2008. Empieza diciendo: “La gran paradoja del lenguaje político, pervertido…”

Y para perversa: Bellatrix Lestrange, uno de los mortífagos de Lord Valdemort (el gran enemigo de Harry Potter). Se me ocurre que su varita mágica debe tener poderes inmensos, así es que la utilicé para reírme (por no llorar) de la hipocresía reinante en nuestro mundo de Muggles. He aquí las dos primeras entradillas (¡Gracias Potter! y Vérítas; 9 y 11 de Agosto de 2008) de esa corta serie llamada Vêritas, pues con una sola nada queda claro.

En la etiqueta Hippies, que tendría que estar más concurrida sino se impusiera constantemente la actualidad, voy a señalar la escrita el 5 de Diciembre de 2008, con el nombre de Hippies IV. En realidad, podría haber escogido cualquiera, pero casi todas están destrozadas gracias a los vigilantes del copyright en Youtube (que hacen muy difícil mantener un archivo con sus continuas denuncias de infracciones).

Para acabar, me siento incapaz de decidir cual es mejor de los tres obituarios que me vi obligado a escribir en su momento: Las elegías son todas buenas y todas terribles.

martes, 4 de agosto de 2009

Banda Sonora (1996-2000)


La siguiente página pasó, como en cualquier biografía, inexorablemente; pero la banda sonora de mi vida ya no era, entonces, ese muro sin intersticios (como la que ilustra “Casino” de Scorsese, donde no deja de sonar música ni un solo momento), sino la selección que había que hacer entre tanto ruido. Los anaqueles se iban vaciando de música pop para dejar sitio a los clásicos. Clásicos modernos, mas bien, pues allí estaban Shostakovich, Maurice Ravel o Gustav Holst. Con un cierto regusto sajón: Bernstein, Willian Walton…

Al final de ese periodo, la locura electrónica se había enfriado: El chill out ejercía su poder, como en un amanecer eterno en Amnesia: Groove armada, I monster, Kinobe. En realidad me gustaba sucumbir a la magia del Ministry of Sound y sus sesiones enlatadas…Y mentiría sino recordara canciones fetiches, como la zorra de Meredith Brooks o la Sinfonía agridulce de los Verve, con sus polémicos arreglos stonianos. Eclecticismo era la clave para el nuevo yo, más sosegado, a quien ya no bastaba la emoción primaria del Pop, y necesitaba retos.

miércoles, 29 de julio de 2009

Urgencias


En casa, y con los azarosos demonios bajo control, siento como la soledad se desinflama. La soledad es un acceso (en su sexta acepción de la RAE, que lo cataloga como término médico) en el alma y, durante una estancia hospitalaria, puede manifestarse con violencia. Curiosamente, el antiinflamatorio más eficaz suele ser la presencia de los otros enfermos y sus allegados; porque al hospital solo entra la parte noble de la gente. Es como si, automáticamente, te despojaran en la puerta de todas las miserias: arrogancia, misantropía, ira, impaciencia; todo queda en una hipotética consigna a la puerta de la tragicoteca.

Aun como acompañante, cuando ingresas en un hospital a menudo, desarrollas una habilidad especial; parecida a la del viajero empedernido para hacer la maleta perfecta: Eres capaz de plegarte en el espacio más reducido y olvidas el pudor superfluo. La solidaridad, la compasión y el amor al prójimo (esos conceptos tan denigrados, a fuerza de ser convertidos en slogans) adquieren un sentido nuevo y brioso. Te sabes vulnerable, y descubres el valor de la pertenencia a la tribu (por mucho que la modernidad nos avoque al individualismo irredento).

Ese pensamiento moderno tiene su origen en el siglo XVII, cuando el filósofo francés René Descartes socavó todos los cimientos de los valores vigentes con su Discurso del método. Sus orígenes los podemos atisbar siguiendo el rastro a los restos del pensador, en el libro de Russell Shorto Los huesos de Descartes. En un relato amenísimo, sobre el trajín de aquellas reliquias, nos movemos por una Europa cuya intelectualidad intuía la importancia de semejante revolución: Con la razón como instrumento, los dogmas y los autoritarismos ya no tendrían razón de ser y, efectivamente, íbamos a tener que poner a prueba el funcionamiento del tan cacareado libre albedrío. Hoy, tres siglos más tarde sabemos que no funciona muy bien, y que el mundo es (cada día más) un lugar plagado de dudas y confusión…Pero hay que seguir confiando en el Hombre, y esperar que pronto surja otro Descartes, a ser posible menos arrogante y testarudo, que vuelva a apuntalar el edificio de la civilización. ¡Es urgente!

sábado, 18 de julio de 2009

La Luna

Alrededor de las 3 de la madrugada (tiempo coordinado universal) del día 21 de Julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong pisaba, por primera vez en la historia de la humanidad, la luna. Quince días más tarde cumpliría 39 años (una forma estupenda de lidiar con la supuesta crisis de los 40). Yo, por mi parte, era un niño de 13 años que estaba viviendo el verano más alucinante de su corta vida. En realidad no pasaba nada, solo que mis hormonas estaban mas revolucionadas que los motores que impulsaban al Apolo XI; por eso, cuando mi padre nos despertó a toda la familia, para que intentásemos mirar simultáneamente a Selene y a la pantalla del televisor, me sentí casi tan protagonista como el comandante americano. Después de todo yo era un miembro de esa humanidad que estaba dando un paso enorme hacia el fascinante futuro, generosamente extendido ante mí. Aquel verano yo adoraba a muchos otros astros: estrellas de rock, recién descubiertas, que me integraban en un universo diferente y halagüeño.

En unos días se cumplirá el 40 aniversario de aquella noche de verano sureño, cuando el canto de los grillos y el olor de los jazmines quedaron asociados, para siempre, con aquella gesta. Cuando imaginé esta entradilla lo hice con música, y he de reconocer que la primera canción que se me paso por la cabeza era Fly me to the moon (en alguna de sus buenas versiones), pero ahora sé que TVE planea un programa nostálgico presentado por el tirano (ahora también “saurius rex”) de Jesús Hermida (el artífice de mis problemas estomacales), donde va a sonar esa música; de modo que prefiero mi segunda opción: Eclipse del magnífico The Dark Side of the Moon.

Agradezco al autor del montaje encontrado en youtube su préstamo, y hecho de menos la voz del final…¿os acordáis?:” En realidad ya no hay cara oculta de la luna…¡está vendida!”

domingo, 12 de julio de 2009

Vinagre


En la América pre-colombina, con seguridad, y en el resto del mundo, muy probablemente, los sacrificios humanos estuvieron vigentes hasta bien entrado el siglo XV. Rituales de muy distinta naturaleza, pero fundamentalmente de índole militar y religioso, incluían la inmolación de un ser humano. Por supuesto, la muerte debía ser un martirio, porque de lo contrario su carácter de ofrenda no hubiese funcionado adecuadamente. La lógica era demoledora: Calmar a un dios enojado requería una cantidad enorme de sufrimiento. Las ceremonias debían alcanzar tal grado de simbolismo que la relación tabú-prestigio era directamente proporcional: a mayor oscurantismo mayor reputación para los oficiantes y entendidos. También en la tauromaquia, incluidas todas las fiestas con toros implicados, hay un simbolismo enorme; porque cuando las luces y la razón disuelven el tabú de algo, lo último que desaparece es el andamiaje que lo ha sostenido, construido con la maldita tradición (más pegajosa que el cemento).
La palabra tabú es un término de origen polinesio que significa lo prohibido, aunque la RAE dice que es la condición de las personas, instituciones o cosas a las que no es lícito censurar o mencionar. Con respecto a la fiesta nacional, sus detractores (entre los que me incluyo) hemos conseguido sustituir el tabú por la invisibilidad, y a excepción de los militantes antitaurinos, el resto nos escudamos en la convicción de que no es útil discutir de toros, por la imposibilidad de llegar a ninguna conclusión. En realidad lo que hay que hacer es utilizar vinagre, aunque la realidad ya lo vierte a granel (véase la muerte del joven madrileño en los Sanfermines). El ácido acético es bueno para limpiar los restos de cemento. Que se les avinagren las fiestas, definitivamente, es cuestión de tiempo.

jueves, 9 de julio de 2009

Misantropía


De vuelta a la ciudad compruebo que el bebé de abajo aun no ha parado de llorar. Lleva llorando, sin parar, los diez primeros meses de su vida. Aunque si yo tuviese esos padres también lloraría (it’s my party, and I cry if i want to. You would cry too if this happen to you). Son unos maleducados, cara de acelga, que ni siquiera saludan en el portal.
Hace unos días, Fernando Savater, publicaba una columna donde afirmaba que los únicos libros prescindibles sin reparos, cuando ha de deshacerse de ellos, o bajarlos al sótano para hacer sitio en casa, son los marxistas (afirmación sorprendente, o quizá no tanto tratándose de Savater). Pues bien, yo quiero reivindicar nada menos que el libro rojo de Mao: ese panfleto que mis amigos de adolescencia me ocultaban por considerar que mi ascendencia burguesa me excluía de tan excelsa lectura. Allí, el mandatario chino, exponía sus razones para prohibir a sus compatriotas que siguieran pariendo como conejos: sabia medida, para evitar la proliferación de ruidosos (afligidos y desconsolados) descendientes de maleducados, caras de acelga. ¡Ala!

domingo, 5 de julio de 2009

¿Ha muerto alguien?


Al borde de la inanición, me dispongo a nutrir esto como sea. Menú frugal y fresco porque, en verano, prefiero estar en la calle antes que en el Cyber, esa realidad consensuada que se inventó William Gibson en su cuento Burning Chrome.
A partir de la noche de San Juan se apodera de mí una somnolencia fomentada por el batir de las olas a la puerta de casa. El pregón de los fruteros ambulantes se mezcla con las campanadas del reloj de la iglesia y el chiflo: la flauta de Pan del afilador, que ha sido sustituido por una grabación. La bici tiene un altavoz, situado sobre el manillar, que amplifica las tonalidades consecutivas (de grave a agudas y viceversa) de este silbato de caña. Aun así, con el megáfono delante y el esmeril mecánico detrás, este vehículo es más útil para viajar en el tiempo que el DMC DeLorean de Doc, el científico loco amigo de Marty McFly en “Regreso al futuro”.
Hace unos años se publicitaba a la costa Dálmata como el Mediterráneo tal como era, pero La bañera de Ulises tiene un punto de eternidad en cualquier esquina. ¡Dulce verano!

domingo, 21 de junio de 2009

Lo que nos falta


La otra noche soñé que era mi propio hijo; ese que nunca tuve con la novia que se parecía a Sarah Palin. En el sueño yo/mi hijo hablaba seis idiomas (chino mandarín incluido) y era un millonario cibernético que había desarrollado completamente la tecnología neuromotora, de modo que la telequinesia era mi gran aportación a la humanidad. Yo, tanto tiempo denostando las necesidades creadas y, ahora, había creado la mayor de todas: la supresión de necesidades. La gente ya no tenía que mover un dedo para nada; el dicho y hecho se había sustituido por el pensado y hecho ¡siempre!, gracias a un chip nanométrico implantado bajo el cuero cabelludo.

Aquella noche, agotadora, fui alternando la conciencia de orgulloso padre, que había conseguido educar tan bien a su hijo, con la desazón de quien tiene de todo menos algo que no puede identificar. Entonces, la vigilia siguiente, me dio la respuesta. Estaba en la página necrológica del periódico que anunciaba la muerte de Vicente Ferrer en la India. Aquello que no tenía era la capacidad de ser feliz ayudando a los demás.

Aún a riesgo de opinar sobre algo que no he experimentado (si solo se pudiese escribir sobre la experiencia no habría novelas, sino aburridas biografías), diré que un padre no puede trasmitir a su hijo unas virtudes que no tiene, y que son tan escasas en realidad: me refiero a la grandeza del jesuita fallecido. Desde luego si puedes expresarte en tantas lenguas y tienes la curiosa capacidad de un gigante, posiblemente no te quede tan lejos la filantropía… ¡pero los sueños, sueños son!

martes, 16 de junio de 2009

Un coche bestial


    Considero la ilustración incompatible con la superstición. No creo en lo sobrenatural, veleidades (o experiencias reales) espirituales aparte, ni en fantasmas que no sean EEC (elementos emocionalmente competentes), es decir que no sean el recuerdo pertinaz de alguien importante en tu vida. Todas las güijas de este mundo tienen explicación, y las que no la tienen están en alguna dimensión aun inexplorada. Cuando se mueve el vaso, en medio de un círculo de letras, es debido a la inercia de la energía inconsciente que aportan los celebrantes. Si se puede levantar a una persona gruesa, como si de un peso pluma se tratase, se debe a la misma peregrina razón…

     Pero… el único coche que protagonizó, en mi familia, una tragedia (afortunadamente sin víctimas) tenía el número de matrícula 66600. Era un SEAT 124, de color beige, que acabó quemado en la cuneta: Por suerte, mi padre pudo salir de su interior antes de que el fuego se propagase y acabara completamente con el auto. Cada vez que pienso en el asunto me digo que sí creo en las casualidades, pero no puedo evitar un ligero escalofrío. 

jueves, 11 de junio de 2009

Enterrada viva en el blues


    Me encantan los instrumentales. Suelen ser la música ambiental perfecta pues, la falta de voz humana, los hace más susceptibles de ser desatendidos sin que tengas la sensación de que te pierdes algo. Eso no significa que no haya verdaderas joyas entre ellos. En la radio española hay grandes aficionados. Juan de Pablos, en su programa Flor de pasión, los utiliza para separar fases (según sus propias palabras); Diego Manrique es un gran consumidor de estas piezas, así como casi todos los profesionales en Radio 3 (que sigue siendo mi emisora de referencia para la música popular. La referencia para la culta es también un canal de la pública) y, hablando de radio,  los instrumentales son la principal fuente de toda la música de apoyatura en este medio y en televisión: sintonías, cortinillas, ráfagas, etc. Hay géneros donde más abundan, como por ejemplo el Jazz o el Blues; y desde luego toda la Música Electrónica. Hoy quiero hablar de uno de mis instrumentales preferidos, sobre todo porque su existencia es fruto de una tragedia.

    El 4 de Octubre de 1970, Janis Joplin y su banda tuvieron una estupenda sesión de trabajo en  Sunset Sound, donde grababan el póstumo Pearl. Habían terminado la famosa Me and Bobby Mc Gee y prepararon la base instrumental para el que iba a ser el último tema del álbum: Buried alive in the blues.

    La jornada había sido tan buena que se fueron a celebrarlo a un chino cercano a los estudios y, después de grabar esa misma tarde una cinta para enviársela a John Lennon por su cumpleaños, continuaron de copas hasta la una de la madrugada; hora en la que Janis regresó a la habitación 105 del Landmark motel donde se hospedaba. Allí se inyecto un chute, de los 50 pavos de heroína que le había pasado su camello ese mismo día, y bajó a recepción a cambiar un billete de cinco dólares para comprar tabaco. La recepcionista le dio cuatro billetes de un dólar y cuatro monedas de veinticinco centavos, y estuvo un cuarto de hora hablando con ella antes de sacar un paquete de Marlboro. De vuelta en su habitación el chute empezó a hacer efecto, mezclándose con el tequila y los valiums que ya llevaba en el cuerpo. Cuando la encontraron muerta de sobredosis, dieciocho horas después, todavía llevaba cuatro dólares y medio en la mano.

     La casualidad quiso que la heroína que se inyectó aquella noche tuviese una pureza de entre el 50 y el 80 por ciento, muy superior a la que la tenía acostumbrada el dealer. Como este no era consumidor solía confiar cada nueva partida a un probador para que comprobase su pureza antes de cortarla. Aquel día el probador estaba de viaje, pero la vendió igualmente, provocando que ocho personas, incluida la Joplin, murieran ese fin de semana.

    Buried alive in the blues se convirtió, así, en el magnífico instrumental que cierra aquel álbum inolvidable.